Jeddah (por Jorge Sánchez)
Estando en Jeddah determiné conocer el sitio UNESCO Centro histórico de Yeda, Puerta de La Meca. Para ello abordé un taxi desde donde estaba alojado (un palacio de medio pelo, invitado por un indígena árabe), pues no había transporte público. El granuja del taxista, que era pakistaní, como casi todos, al verme extranjero me pidió 45 dólares americanos, pero yo rebajé el precio hasta 60 rials (unos 15 euros). Condujo durante media hora hasta depositarme en Al Balad, el centro histórico. Jeddah es una ciudad de cerca de 100 kilómetros de largo por 10 de ancho y, tras la capital Riad, constituye la segunda más grande del país.
En Arabia, al igual que en la mayoría de los países del golfo Pérsico, los pakistaníes suelen ser taxistas, los indonesios conducen autobuses, muchos barrenderos son de Bangladesh, los limpiadores de retretes provienen de Nepal y de Gujarat en India, los de Sri Lanka suelen desempeñarse fregando los suelos en restaurantes de comida rápida, los filipinos de cocineros y las filipinas en el lavado de los juegos de cama en hoteles y hospitales.
Me introduje por los laberínticos callejones del centro perdiéndome a propósito para luego encontrar mi camino preguntando a los indígenas y así practicar mi árabe. Mientras deambulaba por las callejuelas iba observando la arquitectura y los balcones de madera. El sitio era original. Las casas más ostentosas habían pertenecido a mercaderes o a personas ilustres de la ciudad.
Había varios arcos, o gates que escribían en inglés (bab en árabe), que habían sido las antiguas entradas a la ciudad en un no muy lejano pasado. También leí letreros que indicaban la Ruta del Hajj, o del peregrinaje a La Meca para los peregrinos a pie.
Como hacía tanto calor, de vez en cuando entraba en un kiosco de zumos de fruta y pedía un jugo de caña de azúcar.
Jeddah, por su proximidad a La Meca y Medina, siempre ha sido el punto preferente de entrada de peregrinos para visitar los lugares santos musulmanes, y ello la ha enriquecido. Su puerto, a orillas del mar Rojo, sigue siendo a día de hoy el principal del país, por donde se importan y exportan las mercaderías.
Tras tres horas ininterrumpidas de visitas a los edificios y callejones, abandoné el centro de la ciudad por una especie de arco de triunfo llamado Bab Maka, para dirigirme a la estación de autobuses y viajar a otro lugar interesante de Arabia.