Construida sobre una mezquita tras la toma de Murcia por las tropas de Jaime I el Conquistador, la iglesia de San Nicolás de Bari es una de las más características del centro histórico murciano. La primera versión del templo debió ser mudéjar y a comienzos del siglo XVII le fue añadida una fachada manierista. Durante la primera mitad del siglo XVIII la iglesia hubo de ser demolida por completo, debido a su mal estado de conservación, y se procedió a levantar la estructura que vemos actualmente. El resultado fue una edificación estrictamente barroca en la que destacan sus dos portadas, ambas de Joseph Pérez aunque los medallones que las rematan parecen ser obra del genial imaginero Francisco Salzillo. En su interior sobresale el retablo mayor, atribuido a Jaime Bort, además de un considerable patrimonio escultórico, con obras del mismo Salzillo, Alonso Cano y uno de sus discípulos, el granadino Pedro de Mena.