Hijos póstumos
Hacia el siglo VII de nuestra era, una civilización por entonces desconocida empezó a despuntar en el territorio que hoy ocupa la parte central de Vietnam. Habían llegado hasta allí unos siglos atrás desde el sur, probablemente desde la isla de Borneo, y practicaban la religión hinduista, influidos seguramente por navegantes procedentes del Subcontinente Indio. Y ya para entonces habían establecido su capital en los alrededores del lugar hoy conocido como Mỹ Sơn, situado a unos setenta kilómetros de distancia de la actual ciudad de Đà Nẵng. Es allí donde se encuentra la mayor parte de los vestigios que de esta cultura, considerablemente poderosa en su tiempo, han llegado hasta nuestros días.
La cultura champa vivió momentos de esplendor fundamentalmente entre los siglos VII y X, cuando se extendió por buena parte de los actuales estados de Vietnam y Camboya, llegando a controlar el comercio de la seda y las especias en aquella zona. A partir de entonces comenzó su declive, debido fundamentalmente a la presión việt, que llegaba por el norte, y a la khmer, que lo hacía por el oeste. Su territorio fue reduciéndose paulatinamente, hasta quedar confinado durante el siglo XV a un reducto situado al sur de la hoy ciudad de Nha Trang. Allí se mantuvieron aún hasta principios del siglo XIX, cuando el emperador vietnamita Minh Mạng lo anexionó a sus posesiones.
Parece ser que Mỹ Sơn no era la capital de esta civilización como tal, sino un complejo destinado a la celebración de ceremonias religiosas que servía a las ciudades de Indrapura y Singhapura, situadas en sus proximidades a la sazón. En este lugar han sido hallados restos de edificaciones religiosas construidas a lo largo de un milenio, concretamente entre los siglos IV y XIV, y dedicadas en su mayoría al culto a Shiva. Se piensa que llegó a haber allí más de setenta templos durante su periodo de esplendor, que los arqueólogos han clasificado en siete estilos arquitectónicos diferentes, alguno de ellos tan solo representado aquí. El material predominante es el ladrillo, aunque también los hay que presentan una estructura pétrea.
Los siete grupos de templos de Mỹ Sơn, correspondientes cada uno de ellos a uno de los estilos desarrollados durante la civilización champa, se encuentran dispersos en una zona selvática. Abundan también las estelas, algunas de ellas escritas en sánscrito, así como las representaciones de Shiva en forma de linga. Salvando las distancias, los paralelismos entre Mỹ Sơn y Angkor me parecieron evidentes, a pesar de que el estado de conservación del primero de estos sitios arqueológicos es considerablemente peor. Hecho que los vietnamitas atribuyen a la guerra, que dejó muestras en forma de hoyos de tamaño considerable en el suelo, debidos a los bombardeos estadounidenses según los locales. Y para confirmar este punto muestran alguna que otra carcasa de grandes dimensiones en el pequeño museo existente en el lugar.
Cuando el pueblo chăm hubo de huir hacia el sur debido al acoso việt y khmer, Mỹ Sơn estaba ya sumido en la decadencia debido a la adopción del Islam por sus integrantes. Probablemente ese abandono fue su salvación al evitar que el lugar fuera arrasado por completo, tal y como parece ser que ocurrió con otros santuarios de este reino, cuya posterior desaparición llevó a sus miembros a dispersarse por diversos lugares de Camboya, Vietnam e incluso Tailandia. Allí, los hijos póstumos de tan formidable civilización mantienen aún hoy algunas de sus costumbres ancestrales, siguen profesando la religión musulmana y se comunican en su peculiar idioma. Pero, a pesar de todo, son considerados unos extraños incluso en Mỹ Sơn, el lugar que durante más de un milenio fue el centro de su ya para siempre perdida cultura.
La mayoría de las veces, quedar relegado en el olvido es el pasaporte a la salvación, como demuestra la historia de esta gente. Yo tampoco conocía de su existencia hasta hace unas semanas, que preparé un artículo sobre Angkor. Otro lugar para la lista de viajes. Buen artículo Floren. Saludos
Ésa es seguramente la razón por la que este lugar se ha conservado tanto tiempo, aunque a punto estuvo de quedar destruido del todo durante la guerra de Vietnam. Es una lástima, porque es un sitio arqueológico de mucho interés, aunque no llegue al nivel de Angkor. Pero si algún día lo visitas te gustará.
Muchas gracias por tu comentario y un abrazo.
Le debo otra visita a Vietnam, solamente visité el sur la vez que estuve. Lo anoto. Un abrazo
Curiosamente a mí me sucedió justo al contrario. Estuve en el norte y el centro pero no en el sur. Debería volver para visitarlo y así tener una visión más completa del interesante país vietnamita.
El sur vale mucho la pena. Tienes que ir.
A ver si puede ser en el futuro. Gracias por la recomendación.
Un lugar muy interesante que a veces pasa desapercibido dada la gran cantidad de lugares de interés de Vietnam. Al menos, algo ha quedado de aquél pasado esplendoroso y, aunque sea demasiado llamarla la pequeña Angkor (como a veces he leído), la verdad es que merece la pena acercase allí desde Hué, para conocerlo.
Angkor es incomparable, aunque cuando estuve en Mỹ Sơn me recordó en cierto modo al excepcional sitio arqueológico camboyano. Sería apasionante retroceder siglos atrás y ver como competían ambas civilizaciones, no demasiado distantes la una de la otra. Lástima que Mỹ Sơn no evolucionara de la misma manera que Angkor y que la guerra la afectara gravemente. Pero como bien dices, merece la pena acercarse hasta allí y aprender algo sobre la olvidada cultura champa.
Muchas gracias por tu comentario y un abrazo.