Ha’amonga ‘a Maui (por Jorge Sánchez)
Una de las grandes construcciones arqueológicas más impactantes de Oceanía es el Trilito de Ha’amonga ‘a Maui, en el Reino de Tonga. Había estado en ese país unos días en el año 1991, durmiendo debajo de él. En aquellos tiempos los vecinos me trajeron un colchón y fruta para cenar. Gracias a mi lava lava (una especie de faldón polinesio) que usé a manera de soga, trepé a lo alto del Trilito para observar sus señales que marcaban los puntos cardinales y eran útiles para la navegación, pues los polinesios han sido grandes navegantes.
Pero en un viaje posterior casi dos décadas y media más tarde a Tonga, cuando invertí varios días en volar a las islas de Vavau para aprender más sobre el descubrimiento para el mundo occidental de ese archipiélago por el navegante gallego Francisco Antonio Mourelle de la Rúa, al regreso en Tongatapu resolví visitar de nuevo el trilito. Esta vez todo el complejo estaba cercado con vallas. Tuve que hacer un gran rodeo penetrando en el mar y abriéndome paso entre la maleza para alcanzar ese trilito, lleno de arañazos. Al rato una nativa que abrió las rejas y trató varias veces de venderme collares y reproducciones del gran trilito.
En este segundo viaje no me quedé a dormir bajo el trilito, algo que estaba prohibido. Había letreros explicando en inglés la historia del lugar. Además, noté la presencia de una gran piedra que no recuerdo haber visto durante mi primer viaje. Se llamaba Maka Faakinanga, aunque era menos atractiva que el trilitón.
En mi viaje en autobús de regreso a Nuku’alofa, la capital del país, observé las tumbas de Lapaha a través de las ventanas del autobús, pero no las consideré lo suficiente atractivas como para bajarme a explorarlas. Celebré ese día bebiéndome en una cantina de Nuku’alofa una cerveza de marca Ha’amonga ‘a Maui.