Gros-Morne (por Jorge Sánchez)
Acababa de visitar el Patrimonio de L’Anse aux Meadows cuando emprendí el autostop de regreso a Estados Unidos para volar de vuelta a Barcelona, en mi querida España. Iba haciendo autostop, excepto en la frontera, pues en ellas la gente tiene temor de subirte a su coche, y allí tuve que abordar un autobús Greyhound. En el segundo «ride» un hombre, al comunicarle que desearía visitar el Parque Nacional de Gros-Morne pero que no podría porque no tendría dinero ni siquiera para el ticket de entrada (10 dólares canadienses por día), ofreció pasearme por allí en su coche, pues si no se toman excursiones en barca en el Western Brook Pond y no se realizan trekkings por zonas controladas, atravesar el parque en auto era gratuito. Accedí complacido, sin creérmelo (practicando autostop uno se encuentra con gente increíble).
El hombre me paseó por todas partes, y cuando lo deseaba hacía una parada para que pudiera hacer fotos (ése era mi primer viaje con cámara de fotos en toda mi vida. No hice muchas, pero algunas las muestro aquí). Vi picos nevados, cataratas espectaculares y exuberante naturaleza.
Me hubiera gustado encontrarme con la Policía Montada del Canadá, pero sólo vi anuncios de ese cuerpo en la carretera. Tras esa «visita» breve, pero mejor que nada (unas 3 horas), me dejó en Deer Lake, donde localizaría un supermercado para prepararme un bocadillo de mortadela para la cena, y tras ello pasaría la noche tumbado dentro de mi saco de dormir en el centro de una glorieta, pues el cielo estaba oscuro y llovería a media noche.
Por la mañana proseguí mi viaje en autostop con destino Filadelfia, con una parada de un día en Port aux Basques, para ver si encontraba vestigios de los pescadores vascos del pasado.