Gran Barrera (por Alberto Campa)
Hay muchas cosas interesantes que ver y hacer en Australia. Pero cuando uno está en el segundo estado más grande del país, Queensland, y en concreto en las costas de Cairns, hay una cosa que no se puede dejar de hacer al menos una vez en la vida. No sólo por haber sido nombrada por la Unesco como Patrimonio Mundial de la Humanidad, no sólo por poder ser perfectamente vista desde el espacio, o quizá por ser la estructura viva más grande del planeta. The Great Barrier Reef, para nosotros los latinos conocida mejor como la Gran Barrera de Coral, es todo una meta viajera.
Estaba puntual en el embarcadero número cuatro del Puerto de Cairns, para tomar un muy tempranero catamarán exclusivamente preparado para el buceo. Soltando amarras íbamos dejando atrás la antiguamente pantanosa ciudad y las suaves montañas que la vigilan, para en aproximadamente una hora y media de veloz navegación llegar al primero de los arrecifes de la barrera que subacuáticamente visitaríamos.
Viendo el mar abierto romper sobre la zona exterior del Saxon Reef, después de la informativa charla recibida sobre la vida y los peligros de la gran barrera, mi grupo de buceo compuesto por australiano guía, norteamericanos de Colorado y San Francisco así como Noruego de la fría Noruega y dos suizos de Zúrich que viajaban como yo por este norte de Queensland, nos disponemos a realizar la primera inmersión tirándonos por la popa del barco, y después de haber comprobado todo nuestro equipo. Descendiendo lentamente con la referencia del cabo de popa, compensando presión en oídos y expectantes ante tanto coral esperándonos, bajada hasta unos 16 metros de profundidad. La visibilidad no era del todo buena, ya que suspendidas partículas transportadas por la corriente restaban total nitidez, pero la intensa luz de soleado y caluroso día, iluminaba hasta bastante profundidad todo un mundo de variados y coloridos corales.
Aproximadamente son unos 400 tipos diferentes de coral los que se asientan en la Gran Barrera, y tras largo tiempo de vida y existencia, esta paralela estructura a la costa se extiende unos 2.500 kms desde las costas del Mar de Coral en Papúa Nueva Guinea, hasta aproximadamente la mitad de la costa oriental de Australia.
Llevaríamos unos 20 minutos de esta primera inmersión, observando ese precioso mundo de coral poblado por miles de multicolores peces, cuando ante nosotros elegante, parsimonioso y quizás un poco altivo, sabedor de su fama, un bastante grande tiburón de arrecife. Merodeando un poco cerca de nuestras ascendentes burbujas, se nos aleja serpenteando su cola por el fondo.
He leído que hay más de 100 variedades diferentes de escualos patrullando estas aguas. Siempre impresiona verlos, pero la mayoría no son tan malos como se les pinta, al contrario, creo son amistosos y curiosos para con el buceador. Peces un poco mayores pero de menor colorido, nos pasan en ordenada bandada sobre nuestras cabezas y viendo las muchas babosas de mar adheridas a la arena del fondo, se nos iría consumiendo el aire comprimido de nuestras botellas ascendiendo a la superficie, y aleteando hacia la escalerilla de subida al barco.
Pequeña charla con los internacionales buceadores sobre las primeras impresiones de este famoso arrecife, y tras una hora de comer rica frutina y beber refrescante agua, nos preparamos para la segunda inmersión también en esta zona del Saxon Reef conocida por los guías de buceo como Twin Peaks. Pues tan televisivo nombre de famosa serie de los 80, no podía fallar a las buceadoras expectativas, y descendiendo ahora hasta unos 15 metros, bucearíamos en una zona más exterior de vertical arrecife, con bastante más corriente. Había que mover con más potencia las aletas, pero el número de peces que ante nosotros se nos mostraba, era considerablemente más abundante que en la anterior inmersión.
Muchas más inolvidables imágenes para los abiertos ojos de quien os narra debajo del agua, y sintiendo la gran felicidad que da estar debajo del agua, rodeado de tanta guapa y pacífica vida, seguro ajena al humano mundo exterior de problemas, ruidos, estresantes vidas y sobrevalorado consumo, iba consumiendo mi segundo tanque del día. Todavía abría un tercero en la tarde, acabando de bucear a una razonable hora que me permitiera pasar luego las pertinentes 24 horas de seguridad antes de tomar mi nuevo vuelo al siguiente día.
Agradable comida con todos a bordo compuesta por un sencillo pero rico buffet que había preparado la joven tripulación del Tusa 6. Mientras almorzábamos el barco subía el ancla y navegaba hasta otra zona cercana llamada Magic Wall, y era ahí donde aún nos quedaría la mejor de las inmersiones.
Lanzándonos a ese tercer y último buceo, también transcurrido entre fuertes corrientes que recorren los arrecifes, tendríamos la suerte de ver una de las grandes atracciones de la Gran barrera en forma de pez. Me refiero al enorme Big Blue Fish , que como si de un empleado más de la empresa de buceo, nos esperaba tranquilo cerca del fondo del mar, con su sorprendente gran tamaño y su azulado traje bien expuesto para que lo viesen bien los atónitos buceadores venidos desde tantos diferentes lugares del planeta para conocerlo. Muchísimos otros fotogénicos peces de arrecife y alguna pequeña serpiente de mar, completaban esta final e inolvidable también, guapa inmersión.
Con buenas y sonrientes caras, todos nos iríamos desprendiendo de nuestras botellas y el resto del equipo de buceo para subir a la cubierta superior, e ir volviendo navegando hacia el puerto de Cairns. No dejaba de pensar en como habrían sido aquellos muchos días, en que el famoso Capitán James Cook, empleaba su tiempo en cartografiar y estudiar por primera vez para Occidente, esta Gran Barrera, mientras su tripulación arreglaba el encallado Endeavour.
Charlando con los americanos, sobre viajes y montañas, uno me dice que acaba de subir también en este viaje la montaña más alta de Oceanía, la Pirámide Carsten en la zona indonesia de la isla de Nueva Guinea, completando así las ansiadas 7 cimas, el conjunto de ascensiones a las montañas más altas del continente. Interesándome por que tal le había ido en el Everest, y mencionándole que el año anterior también nuestro compatriota Kilian Jornet, lo había conseguido subir en tiempo récord, me sorprende diciéndome que coincidió con él durante ese mes en el Himalaya.
Tras una hora de navegación de vuelta y pasando al lado de bonitas islas de arena del arrecife, ya vemos los mástiles de los veleros amarrados en el puerto de Cairns, y dejando atrás la más grande Green Island, llegamos a más sólida tierra. Fantástico día que no olvidaré, en uno de esos, de los ya pocos lugares muy sorprendentes, que me quedan por disfrutar en este mágico planeta.
En este australiano país casi todo lo que apetece con mucho calor es gratis, y es que a parte de los muchos dispensadores de agua, de algunos transportes y de muchas áreas deportivas, la enorme y bien urbanizada piscina del Waterfront de Cairns, es otro de esos placeres free, que el gobierno de este estado pone a disposición de todos sus ciudadanos y visitantes. Baño refrescante y relajante antes de volverme a mi backpacker, cenar algo de oriental comida a base de noodles, y dormida noche llena de lejanos marinos sueños cumplidos.
See you soon Friends!!!! Un saludo de quien os narra con sumo gusto y hoy os ha intentado trasladar lo mejor posible, tanta belleza subacuática. Os comparto unas fotinas mías, junto a otras que me pasaron los guías de buceo para que podáis conocer esa guapa fauna marina que yo pude contemplar en esta jornada por aquí. Un «Gran» abrazo para tod@s, y en especial para mis tantos amigos buceadores, desde esta muy «Gran» australiana Barrera de Coral!
Se lo pasa bien Alberto jeje
No veas lo bien que se lo pasa. Yo estuve en la Gran Barrera, pero solo hice buceo de superficie, no inmersiones.