Atravesada por cuatro ríos, la ciudad de Gerona fue fundada por los romanos bajo la denominación de Gerunda. Tras ser conquistada por los musulmanes, pasó a manos carolingias y fue inicialmente amurallada. Entre los siglos XIV y XVII la población creció y las murallas hubieron de ser ampliadas para protegerla. A comienzos del siglo XIX sufrió un asedio por parte de tropas napoleónicas durante la Guerra de la Independencia y a finales de ese mismo siglo se derribaron parte de los muros para facilitar el crecimiento urbano. Delimitado por el trazado de la antigua muralla del siglo XIV, el casco antiguo local se extiende entre la orilla del río Oñar y el monasterio de Sant Pere de Galligants. Esta zona de la ciudad albergó un asentamiento íbero, que más tarde se convirtió en romano, época de la que quedan restos en la plaza de la catedral. No lejos de ella, los conocidos como Baños Árabes en realidad no son tales, sino que su origen es románico. Destaca también la zona localmente denominada El Call, antiguo barrio judío de la población, así como las pintorescas Casas del Oñar, decoradas con vivos colores. Éstas se comunican con el barrio de Mercadal mediante diversos puentes, entre los que destaca el puente de Hierro, construido a finales del siglo XIX por el estudio de Gustave Eiffel. Entre las edificaciones más sobresalientes, además de las mencionadas, se encuentran la capilla de San Nicolás y la iglesia de Sant Feliu, que muestra una característica torre truncada. En la actualidad, Gerona cuenta con unos cien mil habitantes, dedicados fundamentalmente a la industria manufacturera y el sector servicios.
