No está del todo claro el origen del pueblo húngaro o magiar, como también se le llama. Existen diversas teorías al respecto, aunque la más aceptada les otorga una ascendencia ugrofinesa, debido a la pertenencia de su idioma a ese grupo de lenguas. Es posible, por consiguiente, que hace unos seis mil años estuvieran situados en la actual Siberia, donde se han encontrado evidencias de asentamientos de estos pueblos en esa época. Tres milenios más tarde, y posiblemente debido a los efectos de un cambio climático, se desplazaron hacia la zona sur del río Obi, probablemente a las actuales estepas kazajas, donde se establecieron durante unos mil quinientos años. Llegado el siglo V de nuestra era, comienzan una serie de migraciones en la zona y aquellos magiares primigenios se dirigen hacia los montes Urales. Se considera que comenzaron a llegar hasta los actuales estados de Hungría y Eslovaquia en los siglos VII y VIII, aunque la época de mayor movimiento coincidió con los siglos XI y XII. En este último periodo llegaron también a la región rumana de Transilvania y la serbia de Vojvodina. Actualmente unos trece millones de personas tienen este origen, de los cuales aproximadamente diez millones viven en Hungría y hay importantes minorías en Estados Unidos y la mencionada Transilvania. En ésta son conocidos como székely y comparten vecindad con rumanos y otras minorías en localidades como las aldeas con iglesias fortificadas y algunas donde son mayoría, como Rimetea. Se comunican mediante un lenguaje del grupo de las lenguas ugrofinesas y unos dos tercios de su población practica la religión católica. Tienen una vasta tradición folclórica, en la que hay que mencionar danzas como las denominadas ugrós, bordados y alfarería decorada. En su gastronomía destacan platos como el goulash y bebidas como la palinka.