Fujisan (por Jorge Sánchez)
Existen cinco puntos de partida para iniciar el trekking hasta la cima del Fujiyama, de 3776 metros de altura, cuyo ascenso está sólo permitido durante los meses de julio y agosto: Mishima, Fujinomiya, Gotemba, Subashiri y Kawaguchiko. En el año 1990 abordé un autobús a Kawaguchiko y de allí otro pequeño hasta los 2300 metros de altitud, en la quinta etapa (existen diez etapas). De allí comencé a ascender a pie. Había miles de japoneses recitando letanías Shinto por el camino.
Caminé durante cinco horas realizando breves paradas. Había ryokans o casas de huéspedes donde uno se podía quedar a dormir a un precio moderado. También se vendía agua potable a razón de 100 yens por vaso. Si deseabas que te pusieran un sello o muesca en el bastón (yo no llevaba) te pedían 100 yens. Todo estaba comercializado en ese sendero, pero era bello, vi lagos y multitud de cedros. Al llegar a la novena etapa, casi en la cima, me acosté en un ryokan. Me levanté a las 5 de la mañana y caminé hasta la cima para disfrutar de nuevo la vista maravillosa del entorno y la salida del sol.
Se dice que el cráter del Fujiyama es el más perfecto del mundo. Yo lo comparaba al del volcán Mayón, cerca de Legazpi, en Filipinas. Me recreé durante varias horas allí arriba. Para descender prefería hacerlo en dirección Mishima, para no repetir el mismo sendero. Al llegar a Mishima observé que había fiestas, fuegos artificiales, cañonazos, tracas, bengalas y la gente bebía sin coerción vasitos de sake. Al notarme extranjero me saludaban inclinando el cuerpo hacia adelante hasta alcanzar los 90 grados.
Pronto una familia de japoneses compuesta por el marido, la esposa y un niño, simpatizaron conmigo y me invitaron a bebidas con burbujas para celebrar que había conquistado el Fujisan. Fueron los que me regalaron las fotos que aquí adjunto. Había sido una excursión excelente.