Filadelfia (por Jorge Sánchez)
Coincidí en Filadelfia un 4 de julio, la fiesta nacional. La entrada al Independence Hall y sus instalaciones era libre. Multitud de turistas, tanto estadounidenses como extranjeros aguantaban largas colas para poder visitar este edificio. Todos se hacían una fotografía ante la famosa Campana de la Libertad. Y como yo no quería ser menos, también me fotografié junto a ella.
Hubo desfiles militares, y hasta de las nacionalidades que viven en Filadelfia, como mexicanos, venezolanos, brasileños, peruanos, etc., todos ataviados con vestimentas coloridas y folclóricas. Pero no todo eran halagos a esa fiesta. Distinguí un grupo de Amish que se manifestaban en ese hall con pancartas criticando los cuatro «dioses» de los Estados Unidos: dinero, sexo, entretenimiento y un Jesucristo americano.
De hecho yo había viajado a Filadelfia para pasar un día en los pueblos de los Amish observando sus costumbres, y fue el azar que hizo que estuviera ese 4 de julio en ese Independence Hall. Por la noche hubo fuegos de artificio, música y venta de perros calientes y hamburguesas con bebidas de burbujas, aunque yo preferí tomarme una cerveza artesanal en una cafetería llamada White Dog Café, frecuentada por la viajera rusa Madame Blavatsky.
Cuando me entró sueño entré en un Salvation Army para pasar la noche, pero al estar lleno sólo me permitieron tomar una ducha y me regalaron un bocadillo untado con mantequilla de cacahuete para cenar. Buscando en la oscuridad un sitio seguro localicé una estatua de Jesucristo en medio del follaje de un parque cerca de las letras LOVE, y me instalé detrás de ella, con la esperanza de que nadie me molestara mientras dormía, como así fue. Por la mañana reanudé mi viaje por los Estados Unidos de América.