MunDandy

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Palaos

Explorando la Vía Láctea

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También conocidas como Rock Islands, las Chelbacheb son un grupo de unas trescientas pequeñas islas de naturaleza caliza y coralina que componen uno de los paisajes más característicos del archipiélago de Palaos. Cubiertas por una densa vegetación, algunas de ellas parecen emerger de las aguas del Pacífico como si de grandes champiñones de color verde se tratara. Casi todas están deshabitadas y muchas de ellas protegidas con el fin de evitar daños en su exclusiva vegetación, la diversidad de aves que allí habita y los privilegiados arrecifes que las rodean. Desplazarse en lancha entre este conglomerado de islotes permite disfrutar de multitud de imágenes idílicas, desde vírgenes calas de arena blanca hasta pequeñas cascadas que caen alegremente por las rocas, todo ello aderezado con la proximidad de un mar de impoluto color turquesa.

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Mientras nuestra lancha avanzaba dejando a un lado y a otro numerosas islas de muy diversas formas, aunque siempre con el denominador común de su escaso tamaño, no pude menos que dar la razón a quien asignó el nombre de Micronesia a esta parte del mundo. Sin duda, lo más característico de toda esta zona es la enorme cantidad de minúsculas porciones de tierra que surgen por doquier en el océano como si algún ser superior hubiera decidido salpicar a éste de incontables puntos verdes. La profundidad del agua que baña las Chelbacheb es escasa y permite incluso atisbar algún que otro avión hundido durante la Segunda Guerra Mundial, que tan cruelmente afectó incluso a este paradisiaco y recóndito lugar.

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Mis pensamientos fueron interrumpidos poco después, cuando nos comunicaron que la Vía Láctea estaba cerca. Unos minutos más tarde la lancha se detuvo en una especie de canal que discurre entre varias islas cuya vegetación llega hasta el mismo borde del agua. Sin esperar a que el motor estuviera parado del todo un miembro de la tripulación saltó por la borda y, tras unos segundos, apareció con una sustancia lechosa en sus manos. Siempre sonriendo comenzó a untarse el lodo en su cara, brazos e incluso en el pelo, hasta que sus facciones quedaron completamente cubiertas por una especie de mascarilla de color blanquecino.

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Se dice que este lodo blancuzco tiene propiedades medicinales y hasta estéticas, pues las mujeres palauanas suelen usarlo como una especie de crema rejuvenecedora. Quizás no haya una base muy científica en ello pero es indudable que actúa como un eficaz protector contra las quemaduras solares. Los fondos marinos de toda esta zona están cubiertos por el mencionado barro, hecho que unido a la escasa profundidad del agua hacen que ésta adquiera un atractivo color que varía del verdoso al turquesa. Concienzudamente untados con tan singular sustancia procedimos a disfrutar de los placeres de este tranquilo a la vez que exuberante lugar, donde el silencio es solo interrumpido por los cantos de los pájaros y el escaso oleaje rompiendo en las cercanas rocas.

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Alguien definió los fondos marinos de Palaos como el Serengeti del océano y me parece un calificativo muy adecuado. La diversidad de fauna que puede apreciarse con tan solo practicar buceo de superficie es simplemente asombrosa. Provistos de aletas, gafas y tubo procedimos pues a integrarnos en este paraíso. Además de una increíble variedad de peces tropicales, disfrutamos de lo lindo observando esos prodigios de la naturaleza que son los corales, con sus variadas formas que asemejan desde las ramas de un árbol seco hasta un cerebro humano. Intentamos seguir el rastro de una tortuga marina y nos aproximamos a monstruosas almejas, de tamaño similar al de un sofá. La traca final llegó cuando nuestra lancha se detuvo en una zona donde se atisbaban las aletas de decenas de tiburones. Aunque nos aseguraron que eran estrictamente vegetarianos, nadie se atrevía a lanzarse al agua, hasta que poco a poco nos fuimos animando casi todos. Y la sensación de nadar rodeado de escualos es una de las más extrañas y agradables que he sentido nunca. Al fin y al cabo son solo seres tímidos y sensibles, muy alejados de ese halo criminal que los rodea.

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