Estilo manuelino
Así denominado en honor a Dom Manuel I, monarca portugués durante cuyo reinado se fue desarrollando, el estilo manuelino es la versión lusa del gótico tardío. Se puso de manifiesto a finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI, aunque siguió su evolución posteriormente. Algunos expertos consideran que su desarrollo comenzó ya durante el reinado de Dom João II, precursor del rey anteriormente mencionado. Sea como fuere, sus principales obras fueron construidas bajo el gobierno de su sucesor. Entre ellas sobresalen las lisboetas monasterio de los Jerónimos y torre de Belém, el convento de Cristo en Tomar y el monasterio de Batalha. No conviene olvidar la capilla del Palácio da Pena, la pila bautismal de la Sé Nova de Coimbra, la planta superior del claustro del Silencio en el monasterio de Alcobaça, las ventanas geminadas del castillo de Óbidos, la catedral de Funchal, la evorense iglesia de San Francisco o el castillo de Evoramonte. Todos comparten una exuberante sucesión de motivos ornamentales, frecuentemente relacionaos con motivos marítimos, así como la presencia de columnas helicoidales y bóvedas polinervadas, generalmente partiendo desde ménsulas. En contra de lo que suele pensarse, el estilo manuelino no se ciñó exclusivamente a territorio portugués, sino que se extendió a sus colonias y países vecinos como España. Entre otras muestras, caben destacar el claustro de la catedral de Badajoz, las columnas de la catedral de Las Palmas de Gran Canaria y los restos de la capilla del fuerte bahreiní Qal’at al-Bahrain.