Estambul (por Jorge Sánchez)
Estambul fue la primera ciudad que visité de Turquía y me quedé prendado por su belleza y exotismo; me pareció una ciudad de las Mil y una Noches. Creí entonces (y lo sigo creyendo hoy) que Estambul es una de las ciudades más fabulosas del mundo. Eran los años 70 del siglo XX y no podía viajar individualmente por los países del este de Europa, por ello me apunté a un tour programado que ofreció una agencia de viajes madrileña para pasar dos semanas en Bulgaria, con una extensión de tres días en Estambul.
Tras visitar los lugares más turísticos de Bulgaria (Sofía, Rila, Burgas, Nessebar, Plovdiv, etc.) a los cuarenta turistas españoles nos condujeron en un autobús Mercedes-Benz a Estambul, y nos alojaron en el hotel Hilton. No nos faltó de nada y cada día estaba preñado de excursiones prodigiosas, a cual más, acompañados de un guía de habla española. Aunque tres días no son suficientes para visitar todas las maravillas de esa ciudad, sí que nos sentimos satisfechos, pues no faltó nada de lo imprescindible. El primer día fue el más completo con la visita de la Basílica de Santa Sofía, seguido por la tarde del Palacio de Topkapi y finalmente el Gran Bazar, para culminar con una cena con espectáculo de danza del vientre.
Siguió en días sucesivos: un crucero por el Bósforo con almuerzo a base de pescado, la Mezquita Azul, la torre Gálata… Y el tercer día cruzamos a la parte asiática. Para la mayoría de los españoles del autobús, yo incluido, era la primera vez que pisábamos tierra asiática y todos nos emocionamos. El cuarto día nadie de nosotros quería regresar a Bulgaria de lo fascinante que nos había parecido Estambul, donde en el Gran Bazar adivinaban nuestra nacionalidad sin abrir la boca, sólo por los andares o las vestimentas, y los vendedores nos saludaban en español invitándonos a beber té, y muchos niños cargaban con ellos cajas de madera chapadas con metal, más grande que ellos, donde guardaban las brochas, cepillos y betunes para limpiarte los zapatos.
(Regresaría en el futuro más veces a Estambul, acabando de conocer bien la ciudad, como Dios manda).