MunDandy

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Croacia

Entre la espada y la pared

Bacina_01

Mientras recorría por carretera la inolvidable costa dálmata, no pude evitar sentirme en innumerables ocasiones entre la espada y la pared. A un lado, las vertiginosas moles de los Alpes Dináricos; al otro, la inmensidad del Adriático, salpicada por incontables islas que se suceden a un salto de la orilla. Enfrente un trazado zigzagueante, augurio de emociones fuertes; detrás, tan solo la sombra del viento. Fortuna equívoca en cada curva de las muchas que jalonan el trayecto, sentimientos encontrados ante lo desconocido que está por venir. Montaña y mar separados por una tenue intersección olvidada; cielo y tierra unidos en una vertical desenfrenada.

Biokovo_01

Aunque Dalmacia sea una noción bastante más amplia, el meollo de la cuestión se sitúa en Split-Dalmacia, el condado de mayor superficie entre los que componen el país croata. Como era de esperar, su territorio se compone de tres partes bien diferenciadas. Una zona de alta montaña, conocida como Dalmatinska zagora; una estrecha línea costera por la que transita una carretera sin fin; y numerosas islas cercanas a tierra firme. Tres conceptos que conviven en un equilibrio permanente, mucho más estable de lo que pudiera parecer. Tres ideas distintas para un sentimiento dálmata verdadero.

DeltaNeretva_01

Tras sobrepasar la inmensa mole del monte Biokovo, cuyas paredes caen casi en vertical sobre el Adriático, un cierto respiro espera al visitante. El río Neretva, que discurre casi en su totalidad por territorio de Bosnia-Herzegovina, atravesando entre otras la localidad de Mostar, se abre paso entre las montañas atreviéndose a crear un paisajístico delta. Seguramente el territorio más fértil de Croacia, en él abundan los cultivos de frutas y verduras, así como las anguilas, que son denodadamente perseguidas por los pescadores locales, indiferentes ante el triste final que les espera tras recorrer decenas de miles de kilómetros desde su lugar de nacimiento en el mar de los Sargazos.

Igrane_02

Poco antes, y casi minimizada entre olivares, Igrane se asoma al Adriático desde su atalaya en una diminuta península. Sobresale en ella la iglesia de San Miguel, cuya torre del siglo XI se divisa desde cualquier punto del entorno. Esta pequeña población, de apenas cuatrocientos habitantes, mantiene diversas tradiciones, como festividades culturales, grupos folklóricos, coros y la denominada Noche de los Pescadores, cuando tienen lugar diversos eventos en su entorno. Diversas playas, generalmente de guijarros, rodean el villorrio y atraen a un turismo interesado en la tranquilidad que se respira en esta zona rural de Dalmacia.

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Constreñida entre la tierra y el mar, Trogir constituye el principal centro patrimonial de Dalmacia. Con permiso de Split, por supuesto. Al igual que ocurrió en esta última, los primeros en establecerse allí fueron los griegos, aunque su periodo de esplendor comenzó aproximadamente en el siglo XIII. De esa época se conservan numerosos edificios y diversas iglesias, que dan a la villa un característico aspecto medieval. Su centro histórico está rodeado de murallas, que mantienen un buen estado de conservación y retrotraen a lo que debió ser la población en el pasado. No es de extrañar que los campanarios de Trogir, así como una curiosa torre del reloj situada en la plaza principal, presenten un inequívoco aspecto veneciano, pues la villa formó parte de ese imperio durante varios siglos. Nacida en apenas un islote, equidistante entre tierra firme y la inmediata isla de Čiovo, Trogir sigue manteniendo un inestable equilibrio entre lo que parece ser espada y lo que siempre fue pared.

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