El Puente de la Espada
Cuando los árabes, tras una serie de intentos frustrados, consiguieron finalmente acceder a la Península Ibérica en el año 711, no se conformaron con conquistar las comarcas cercanas al estrecho de Gibraltar, por el que habían penetrado. Bien al contrario, iniciaron casi de inmediato un imparable camino hacia el norte llegando en poco más de diez años hasta las estribaciones de la cordillera cantábrica, donde la complicada orografía del terreno los detuvo por fin. Durante todo este proceso ejercieron una política de tierra quemada, arrasando casi todo lo que encontraban a su paso. Salvo en muy contadas excepciones, en las que no se sabe muy bien por qué se comportaron de manera respetuosa con el territorio sometido.
Algo debió de ver Musa en aquel puente cuando ordenó a su ejército detenerse ante él. Quizás el corazón del viejo guerrero supo apreciar su enorme belleza, o puede que cayera rendido de admiración ante su majestuoso porte. Lo importante es que a partir de ese momento, la ya varias veces centenaria construcción empezó a ser conocida como al-Qantara as-Sayf, literalmente El Puente de la Espada, debido a una espada de oro que el caudillo musulmán ordenó colgar de uno de sus arcos. Por extensión, la denominación de al-Qantara comenzó a aplicarse a todas las tierras que la rodeaban. Que, desde entonces, quedarían marcadas a fuego con la referencia a aquella obra única que tenían la suerte de albergar.
Había sido levantado El Puente de la Espada a comienzos del siglo II cuando Trajano, bajo cuyo dominio el Imperio Romano alcanzaría límites insospechados, ordenó construir una calzada que uniera las ciudades de Norba y Conimbriga. El encargo de sortear el profundo vado que presentaba el entonces conocido como Tagus Aurifer en el trazado propuesto le fue asignado al arquitecto Gaius Julius Lacer, quien se sirvió de esclavos para tan ardua tarea. El material empleado en ella fueron simples bloques de granito, superpuestos unos a otros sin argamasa. Y debió de sentirse orgulloso de su trabajo el arquitecto, pues allí ordenó levantar una especie de monumento funerario en su honor, con el fin de descansar junto a tan extraordinaria construcción para siempre.
Con sus más de doscientos metros de longitud y cincuenta de altura máxima, las dimensiones de El Puente de la Espada debieron de ser auténticamente colosales para la época. Entre sus dos ojos centrales se erigió un arco triunfal, de más de trece metros de altura, donde se sitúan dos placas dedicando la obra al Emperador, quien quedó profundamente satisfecho con el resultado final. Quiso el destino que siglos más tarde la comarca donde se situaba tan extraordinaria obra se convirtiera en frontera entre los Reinos de Castilla y Portugal. Y no todos tuvieron la delicadeza del rey portugués Alfonso V, que salió en su defensa cuando los castellanos se disponían a derribarlo para evitar que lo cruzaran sus tropas. Más adelante al menos dos de sus seis ojos fueron destruidos en diversos avatares, habiendo de ser reconstruidos posteriormente.
Acostumbrado a las agresiones de todo tipo, aún hubo El Puente de la Espada de soportar una más en ese siglo XX de nefando recuerdo para la Humanidad. Durante la fiebre de los embalses que invadió entonces España, se construyó a su lado uno de tamaño monstruoso, cuya esperpéntica presa exhibe su poderío peligrosamente cerca de tan provecta estructura. Aguantando estoico las amenazas, soportando con una impavidez casi desafiante los desmanes, sirviendo de paso a todo tipo de vehículos, tal y como ha estado haciendo durante los últimos dos mil años, esta venerable edificación todavía muestra su sólida estampa a todo el que hasta ella se acerca. Porque, como mandó grabar Gaius Julius Lacer en el templete donde fue inhumado, tan magna obra durará lo que dure el tiempo.
Interesante! Acabo de aprender el significado de una palabra mas 😉
Este lugar puede presumir de una vasta Historia. Aunque, viendo como ha sido tratado a lo largo de los siglos, casi asombra que el puente aún siga en pie. ¿Puedes creer que aún pasa por encima de él una carretera, con tráfico de camiones incluso? Espero que en el futuro sea protegido más adecuadamente de lo que lo es en la actualidad.
Y lo peor será que cuando a algún iluminado se le ocurra que hay que cuidarlo y restaurarlo le pondrán farolas modernas y vete a saber qué disparates más…muy buen artículo sobre un magnífico puente.
Espero que eso no suceda nunca, aunque conociendo como se cuida el patrimonio en España tampoco sería de extrañar. No les demos ideas, de todas formas. 🙂
Muchas gracias por tu aportación.
Estuve visitando «El puente» en 2003 y me pareció uno de los mejores regalos arquitectónicos de toda la península. Sin mas. Una pena la presa a escasos metros que afea el (bonito) entorno. Y lo del trafico, demencial. Esta un poco apartado y quizás por eso no es tan conocido o no recibe tantos visitantes, pero es una joya. Yo estuve solo las casi dos horas que me quede por alli.
No sabía que habías estado por esa zona de Extremadura. Yo lo he visitado varias veces, al ser de la comarca, y casi nunca me he encontrado a nadie tampoco. Lo del tráfico quizás pueda resolverse, pues desde hace unos años se habla de construir otro puente para desviarlo por el nuevo. Lo de la presa, lamentablemente ya no tiene solución.
Estuve dos veces en Extremadura. Una de ellas recorriendo la (muy recomendable) Comarca de la Vera. Esa vez fue la que me acerque a conocer el puente de Alcántara, recuerda mi querencia por los antiguos romanos 🙂
Una pena que no sea más conocido, visitado y reverenciado, porque es maravilloso.
La Vera no está mal, pero es bastante turística lo mismo que el valle del Jerte. Esa zona norte de Cáceres parece más castellana que extremeña, los paisajes son muy diferentes del resto de Extremadura.
Algo más abajo, no lejos de Plasencia está el arco de Cáparra, único de cuatro pilares en la Península y uno de los pocos romanos de ese estilo que se conservan. Si alguna vez subes por la Vía de la Plata, está bastante cerca de la autovía.
Al oeste de Cáceres, en la zona donde está el puente no hay apenas restos romanos pues no había poblaciones importantes salvo una que ahora está en territorio portugués. Lo que sí hay es mucho megalitismo y arte rupestre.
El Gobierno de Extremadura debería intentar presentar esta maravillosa obra de arquitectura a la organización UNESCO para ser declarado Patrimonio de la Humanidad, pues la obra se lo merece.
Sin duda, Jorge, es una lástima que no sea Patrimonio Mundial aún. Y lo que es peor, que no sea cuidado como debería, pues esta obra de casi dos milenios de vida sigue aún soportando el tráfico, incluso de camiones, que lo cruza. Aunque no me caben dudas de que, como afirmara su creador, durará lo que dure el tiempo.
Muchas gracias por tu comentario.