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Rumanía

El monasterio azul

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No cabe duda alguna de que Ştefan cel Mare, rey de Moldavia durante buena parte del siglo XV, tuvo una vida de lo más ajetreada. Pasó la mayor parte de ella batallando contra el ejército otomano invasor, siempre muy superior en número a sus tropas y al que venció en innumerables ocasiones. Hombre de intensas creencias cristianas, sus escasos periodos de calma los dedicó a construir numerosas iglesias por esa zona del noreste de la actual Rumanía donde reinaba, como acto de gracias por sus victorias. Tanto su profunda fe como su tenaz resistencia frente al enemigo musulmán llevaron a este monarca de aspecto un tanto fiero a ser considerado santo para la iglesia ortodoxa local, y a ser elegido por sus compatriotas como el rumano más grande que jamás haya existido.

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Probablemente la victoria más espectacular de Ştefan cel Mare tuvo lugar en la llamada Batalla de Vaslui, aproximadamente en 1475. En ella su ejército, compuesto por unas decenas de miles de fieles, derrotó de manera inmisericorde a unas tropas turcas que los triplicaban en número. Fue ésta la más cruenta derrota que el poderoso ejército otomano había sufrido hasta la fecha y le valió al monarca moldavo ser merecedor del título de Campeón de Cristo que le concedió el entonces Papa Sixto VI. Se cuenta que Ştefan cel Mare prohibió celebrar esta victoria, que según él solo correspondía a Dios, y en lugar de ello se autoimpuso una especie de cuaresma, alimentándose durante cuarenta días exclusivamente a base de pan y agua, lo que demuestra su férrea voluntad.

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Como conmemoración de la victoria, mandó Ştefan cel Mare construir el monasterio de Voroneţ, aunque los trabajos no comenzaron hasta casi quince años más tarde. Como suele ocurrir en estos casos la realidad se mezcla un tanto con la leyenda, y se dice que antes de la batalla el monarca fue a visitar a un ermitaño, de nombre Daniel, que se había establecido en aquel lugar. Durante el encuentro, Ştefan cel Mare le habría prometido a Daniel construir una iglesia que reemplazara a la primitiva capilla ya existente. Lo que es indudable es que el nuevo templo no fue construido hasta 1488 y que las obras duraron poco más de tres meses. Así se indica en un fresco situado en su interior junto a la imagen del monarca entregando la iglesia a su primer abad, hecho muy común en los monasterios ortodoxos.

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El aspecto más característico del monasterio de Voroneţ son esos frescos que decoran no solamente el interior del templo sino, de forma bastante inusual, también gran parte de su exterior. Los murales interiores son de la época en la que se construyó la iglesia, mientras que los exteriores son algo posteriores, de mediados del siglo XVI. En esa época se remodeló algo el edificio, rodeándolo por completo con una especie de porche que fue decorado con sublimes pinturas. Reproducen éstas diversas escenas religiosas tales como la Creación o el Juicio Final dándoles a veces un toque local, como muestran algunos instrumentos musicales típicos de la zona que están representados en ellas. Todo el conjunto se superpone sobre un fondo de azul intenso, al que la unicidad de su espectro ha llevado a denominarlo azul de Voroneţ.

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Llegué a Voroneţ a bordo de un Dacia destartalado a principios de los noventa y lo primero que me sorprendió es el maravilloso entorno donde está enclavado el monasterio. Al igual que ocurre con otros templos ortodoxos, parece que para su edificación se eligió justamente el sitio perfecto, como si solo hubiera podido ser construido en ese lugar. Conforme me acercaba hacia la iglesia, mi sorpresa iba poco a poco transformándose en admiración ante la visión de esos maravillosos frescos, a los que parece que hasta los adversos elementos de la zona han respetado a lo largo de los siglos. Dediqué un largo rato a apreciar sus sugestivos colores, siempre sombreados por ese irrepetible tono azul, y pronto comprendí que quien definió el exterior de Voroneţ como la Capilla Sixtina de Oriente no exageraba en absoluto.

4 COMENTARIOS

  1. No lo conocía y me parece una maravilla, los frescos en el exterior ciertamente son una rareza, espero que sigan bien conservados. Gracias por enseñarme esta joya. Un saludito.

    • Hay algunos otros monasterios con frescos exteriores en la zona, aunque quizás éste sea el más interesante. Sus pinturas están en bastante buen estado, parece increíble que se hayan conservado durante tantos siglos sin protección alguna y en una zona donde las condiciones climáticas son muy duras. Si algún día puedes ir a verlas te gustarán.

      Muchas gracias por tu aportación.

    • Rumanía es un país muy interesante y de los más desconocidos entre los de Europa aún. Además, muchos de los que van se quedan en Transilvania, cuando lo más auténtico está en el norte en mi opinión. También es todavía económicamente asequible, descontando quizás la capital.

      Conozco bastante bien este país, si tienes alguna duda pregunta.

      Muchas gracias por tu aportación.

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