El mar poco profundo
Aunque la palabra Balaton carece de significado en el idioma húngaro actual, parece que etimológicamente el término calificaba a este lugar como fangoso, representación que no hace mucha justicia a este lago de forma alargada situado al oeste de Hungría. Más apropiado parece el vocablo con el que se le conoce en la lengua germana: Plattensee, cuya traducción sería mar plano o mar poco profundo. En efecto, las aguas del Balaton suelen estar en calma permanente y su profundidad es escasa. Apenas un par de metros de promedio, con una depresión máxima de una docena, lo cual para una acumulación de agua de cerca de seiscientos kilómetros cuadrados resulta casi exiguo.
Me encontraba pasando unos días en Budapest allá por el verano de 1992 cuando decidí acercarme a conocer el que por entonces era, y probablemente aún sigue siendo, principal destino vacacional del pueblo húngaro. Aunque en invierno el Balaton suele helarse y es posible incluso patinar sobre su superficie, en verano sus aguas alcanzan una temperatura bastante agradable, como pude comprobar dándome un apacible baño. Era bastante temprano y aún no habían llegado los numerosos bañistas que colapsan las playas de la parte sur del lago, fundamentalmente la zona de Siófok y alrededores. Es éste un lugar famoso en toda Hungría por su ambiente nocturno y la cantidad de gente joven que allí acude en verano para divertirse, y debo admitir que no me resultó demasiado atractivo.
Por suerte, cerca de allí es posible tomar un transbordador para cruzar el lago hacia su parte norte. En esa zona el Balaton se estrecha tanto que sus dos orillas parece que intentaran llegar a tocarse. Efectivamente, la distancia entre ellas llega a ser aquí de algo menos de cuatro kilómetros cuando lo habitual en el resto del lago suele ser unas tres veces más. Me resultó curioso comprobar como el paisaje cambia por completo cuando llegas a la orilla norte, volviéndose bastante más ondulado y con una frondosa vegetación cubriendo las colinas que suavemente descienden hacia el agua. Los resorts no son tan habituales aquí y la afluencia de turistas es notablemente inferior a pesar de lugares como Balatonfüred, que recibe a numerosos visitantes en busca de las propiedades curativas de las aguas de su famoso balneario.
Muy cerca de Balatonfüred se encuentra Tihany, población situada en la cima de la loma que forma la península del mismo nombre. Merece la pena subir hasta allí, tanto por las vistas que se tienen sobre el Balaton y buena parte de su contorno, como para visitar una abadía localizada en la parte más alta del pueblo. Aunque el templo data del siglo XI, su aspecto actual es bastante barroco debido a una serie de reformas que ha sufrido a lo largo de su historia. Numerosas leyendas se cuentan sobre este edificio y la colina donde está emplazado. También se asegura que aquí existe un eco cautivador, glosado por diversos poetas en lengua magiar. Extraño lenguaje éste, cuyas primeras palabras escritas parece que lo fueron en esta abadía, concretamente en un manuscrito editado cuando se inauguró la misma.
En los alrededores de Tihany no es difícil ver las características casas campesinas con el tejado de paja, que dan idea sobre la vida en la comarca en tiempos pasados. Muchas de ellas han sido restauradas y destinadas a diferentes usos, como las reconvertidas en csárda o restaurante típico. Generalmente aseguran un rato agradable; sea en su interior, que suele estar decorado a la madera tradicional, o bien en la veranda de la que casi todas disponen. Tan solo hay que relajarse y disfrutar de la potente pero suculenta gastronomía húngara y de los afamados vinos que se producen en Badacsony, localidad asimismo situada a orillas del lago. Y para amenizar la velada, que mejor que hacerlo con una de las bandas que interpretan música zíngara de la zona, casi siempre acompañadas de hermosas bailarinas ataviadas con el traje local para que el deleite sea completo.