El lago de las medusas
Uno de los lugares más curiosos que he visitado en mi vida es el conocido como lago de las medusas, situado en la palauana isla de Eil Malk. Se trata de una laguna de agua salada, aunque está completamente aislada del mar en la actualidad. Pero decenas de miles de años atrás existía allí una bahía que, debido a algún fenómeno geológico, perdió cualquier resquicio de conexión con el océano y pasó a formar un pequeño lago. En él quedaron atrapados diversos tipos de peces y medusas que fueron sobreviviendo a lo largo de los siglos, favorecidos por la abundancia de algas que en la laguna se producían. Con el tiempo las medusas se adaptaron completamente al ciclo vital de las algas, estableciendo con ellas una especie de simbiosis. Durante el día buscan la luz del sol que éstas necesitan para producir nutrientes mediante la fotosíntesis. Y por la noche bajan al fondo del lago tras el nitrógeno que las algas requieren para sobrevivir.
En la actualidad viven en la laguna tres especies de peces y dos de medusas, que han ido evolucionando con el paso del tiempo. Hay diversas teorías sobre el tema, pero se cree que las medusas han perdido la capacidad de usar su aguijón debido a la falta de necesidad que tienen para utilizarlo, al encontrar comida en abundancia en su entorno por la riqueza de nutrientes existente. Otros sostienen que siguen teniendo capacidad para usarlo, pero que el aguijón no es peligroso para los humanos a pesar de ser susceptible de producir alguna urticaria muy leve en alguna zona sensible. Lo cierto es que en este extraño lugar es posible nadar rodeado por millones de medusas sin mayor inconveniente. Y no exagero con el número, se calcula que en un espacio tan pequeño habitan del orden de diez a veinte millones de estas cnidarias.
A principios de agosto de 2008 tomamos una lancha cerca de Koror, la ciudad más poblada de Palaos, con la intención de llegar hasta este fascinante lugar. La laguna está situada en una isla deshabitada, una de las muchas que existen en la zona sur del archipiélago. La zona está protegida y hay que pagar una tasa para acceder a ella. No está permitido el buceo, aunque sí puede llevarse equipo de snorkel, aletas incluidas. Pero conviene tener cuidado pues el ecosistema es muy frágil y ha estado en serio peligro en diversas ocasiones. En alguna de ellas el número de medusas se redujo considerablemente, pero tras tomarse una serie de medidas de protección consiguió aumentarse de nuevo.
Para acceder a la laguna hay que subir por la ladera de una colina y, tras alcanzar la cima, descender por el lado opuesto hasta el borde del agua. Tanto la subida como la bajada son dificultosas, por lo que existe una cuerda para agarrarse. Además, el suelo es bastante pedregoso y está sembrado de rocas de origen volcánico con numerosas aristas que dificultan el paso, especialmente si no se dispone de un calzado adecuado. Emprendimos la subida, con Diana llevando a David ayudada por nuestra guía Lali, una sonriente chica palauana. Y yo cargando con los equipos de snorkel y sosteniendo a Daniel en las zonas más dificultosas. La vegetación es espesa y de gran belleza durante todo el recorrido.
Una vez alcanzado el borde del pequeño lago nos dispusimos a disfrutar de un momento único. La sensación de flotar rodeado por miles de medusas de todos los tamaños, desde algunas de volumen superior a un pomelo hasta otras poco mayores que un guisante, es cuando menos sorprendente. Daniel era reacio a entrar en el agua al principio pero luego lo pasó en grande sorteando las medusas, incluso llegando a tocar algunas de ellas. Diana tenía ciertos reparos inicialmente pero luego se lanzó decidida a la laguna, aunque me dio la sensación de que buscaba zonas de sombra, donde la afluencia de medusas es menor. Por mi parte, quedé absorto durante un buen rato observando los transparentes cuerpecillos de algunas de ellas, que asemejaban ser tiernos y delicados bebés luchando por su supervivencia. Y mientras lo hacía, caí una vez más en la cuenta de lo bello y frágil que es nuestro planeta.
Que chulada!! No conocía la existencia de esas medusas y me parece super curioso.
Me metería sin dudarlo 😉
Un saludo
Este sitio me hizo cambiar de opinión en cierta manera sobre las medusas, que tienen una mala fama inmerecida. Creo que te gustaría, es un lugar realmente curioso.
Muchas gracias por tu aportación.
Interesantísimo. Una amiga buceadora me habia hablado de ellas. Gracias por compartir. Vaya ganas que le tengo a esa parte del planeta. Saludos!
Palaos es el paraíso del buceo. Alguien definió sus fondos como «el Serengeti del océano» y me pareció una frase acertada. Y eso que solo hicimos snorkel, bucear ya debe ser la leche. Cuando vayas por allí ya me contarás que te parece.
Un abrazo.