Me asombré mucho cuando leí que UNESCO otorgó en el año 2024 a la ciudad de Beijing otro patrimonio mundial (Eje central de Beijing), con lo cual ya cuenta con 8 tras los de la Ciudad Prohibida, la Gran Muralla, el Sitio del Hombre de Pekín, el Templo del Cielo, el Palacio de Verano, las Tumbas Imperiales y el Gran Canal.
Noté que este nuevo patrimonio mundial se localiza de norte a sur de la ciudad de Beijing, abarcando una distancia de unos 8 kilómetros siguiendo los preceptos del sabio Confucio, y se compone de unos 15 lugares: Torre del Reloj, Torre del Tambor, Puente de Wanning, Templo Ancestral Imperial, Altar del Dios de la Agricultura, arcos varios (gates), algún yacimiento arqueológico, un jardín en una colina, etc. Pero lo sorprendente es la repetición de fragmentos de otros patrimonios individuales de Beijing, como son las puertas (gates) del Templo del Cielo, de la Ciudad Prohibida y del Palacio de Verano.
Como aficionado a visitar patrimonios mundiales me puse contento al añadir uno más en mi lista, pues de los 15 lugares, al menos 12 ya los conocía de los más de diez viajes que he realizado a Beijing. De los lugares que más me alegré en la inclusión fueron La Puerta y la Plaza de Tiananmen (que significa Paz Celestial), ya que tenía el alojamiento en un hutong (callejón del casco antiguo) cercano a esa inmensa plaza, y a diario la recorría y me deleitaba en ella mientras esperaba mi visado individual para penetrar en Corea del Norte, para abordar un tren hacia el Tíbet, para esperar al grupo de chinos con los que iría de excursión a la Gran Muralla, o para comerme un pato laqueado en el centenario restaurante Quanjude Hepingmen.
Sin embargo, eché de menos que no se hubiera incluido en este patrimonio el fabuloso templo taoísta Baiyunguan (Nube Blanca).
