Al igual que sus coetáneos fenicios, los griegos fueron unos navegantes extraordinarios. A bordo de sus trirremes, naves con tres hileras de remos situadas a diferente nivel que las hacían alcanzar una elevada velocidad, colonizaron buena parte de la costa mediterránea a partir del siglo VIII a.C. Hacia el oeste fundaron Masalia, la actual Marsella; Emporion, hoy día el sitio arqueológico gerundense de Ampurias; y Hemeroscopio, asentamiento del que no se han conservado restos, pero que algunos historiadores identifican con la población alicantina de Denia. Hacia el sur llegaron hasta la costa de Libia, donde se establecieron en Cirene. Y hacia el este se asentaron en toda la zona costera de la península de Anatolia, así como en prácticamente todo el perímetro del Mar Negro.

Diversos asentamientos helenos se alinean en la costa rumana de este último mar, destacando de norte a sur los conocidos como Halmyris, Argamum, Histria, Tomis y Callatis. Los colonos procedían fundamentalmente de Mileto, patria chica del filósofo Tales que estaba localizada en la costa occidental de Anatolia, y de Heraclea Pontica, situada en la orilla sur del propio Mar Negro, también territorio turco hoy en día. Tanto Tomis como Callatis prosiguieron su evolución con posterioridad, dando lugar a las actuales poblaciones de Constanţa y Mangalia respectivamente. Por su parte, Halmyris, Argamum e Histria detuvieron su desarrollo en diferentes periodos de tiempo y tan solo quedan trazas de lo que llegaron a ser en la actualidad.

Entre los asentamientos mencionados, el que presenta un mejor estado de conservación hoy día es el sitio arqueológico de Histria. Localizada a medio camino entre la ciudad de Constanţa y el delta del Danubio, Histria fue fundada por colonos procedentes de Mileto en el siglo VII a.C. La denominación con la que es actualmente conocida se la dieron los romanos, ya que los griegos la llamaban Istros, tal y como hacían con el cercano río Danubio. Sus residentes se dedicaban inicialmente al comercio, pero en época helenística se colmató el golfo de Sinoe, que quedó convertido en la laguna litoral que vemos hoy. Los histrios quedaron entonces aislados del mar y se enfocaron en las labores agrícolas hasta que la población fue abandonada en el siglo V de nuestra era.

Mi primer contacto con Histria tuvo lugar hace más de treinta años. Acompañado por Diana y un amigo local encaminamos nuestros pasos hacia el sitio arqueológico, que presentaba un aspecto descuidado. Lleno de maleza y casi cubierto enteramente por la vegetación en diversos puntos, sus habitantes se hacían evidentes a cada paso que dábamos. Sabedor de la fobia a los ofidios de uno de mis compañeros, no le comenté nada hasta que no abandonamos el lugar, pero aquellas serpientes de pequeño tamaño que percibíamos a nuestro alrededor no eran otra cosa que víboras. Por suerte conseguimos salir indemnes, aunque no pude apreciar plenamente las bondades del complejo al estar más pendiente de evitar las mordeduras.

Pasó el tiempo y, aproximadamente un cuarto de siglo después, Histria se cruzó de nuevo en mi camino. Durante un roadtrip en familia por Rumanía decidimos visitar algunos de los sitios arqueológicos más interesantes del país y nos detuvimos en Tomis, Halmyris, Argamum e Histria, entre otros. No esperaba demasiado de este último, pero en esta ocasión quedé agradablemente sorprendido. Libre de maleza y convenientemente rehabilitado, el yacimiento permitía apreciar el modo de vida de sus habitantes originales mediante diversos objetos expuestos en el museo. Fuertemente amurallada, se conservan en la polis los restos de un templo arcaico y de otro helenístico. Numerosas ánforas allí halladas demuestran que los antiguos histrios comerciaban con vino, bebida que se sigue produciendo en los alrededores en la actualidad. Y no se apreciaban trazas de los histrios modernos, que, afortunadamente, ya habían abandonado también el lugar.