MunDandy

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Reflexiones

Decálogo del buen viajero

VelikoTrnovo_12

A estas alturas de la película que nos ha tocado protagonizar, creo no exagerar cuando afirmo que vivimos en una sociedad caracterizada por una insufrible superficialidad, que se pone de manifiesto día a día en la bazofia emitida por las cadenas televisivas, por ejemplo. Si a esto le añadimos el dominio que ejercen sobre el personal diversos poderes fácticos, que lo controlan a su antojo mediante herramientas como las redes sociales, tendremos como resultado un ciudadano medio aturdido, fácilmente manipulable e incapaz de decidir por sí mismo sobre situaciones que se le presentan habitualmente en su vida cotidiana. La dictadura de lo políticamente correcto nos mantiene adormecidos e inmersos en una conveniente docilidad rayana en la sumisión.

No, de repente no me he convertido en sociólogo ni tengo intención alguna de serlo. ¿Entonces? Simplemente, para bien o para mal el gremio de los viajeros presenta cada vez más similitudes con la sociedad en la que se integra. Al menos en España, donde tienden a ser como dos gotas de agua en un escenario en el cual una engloba a la otra. ¿Me podrías explicar entonces a que viene todo este galimatías? Pues probablemente no. Podría hablar de corrientes de opinión que intentan influir en la gente para que viaje a un sitio determinado y no a otro. De tendencias, dirigidas, por supuesto, que intentan inclinar la balanza hacia unos lugares y no hacia otros. De personajes etéreos, más virtuales que reales, siempre intentando guiar el viento de acuerdo con sus intereses. De corrección política, en suma, siempre con la guillotina presta para descargar la cuchilla sobre quien ose salirse de la raya.

Ah, que no habéis entendido ni una palabra. Bien, aquí tenéis un decálogo de comportamientos que debe cumplir todo buen viajero que se precie, a ver si así queda más claro. Recordad que si no lo hacéis, aunque solo sea con alguno de ellos, no saldréis en la foto y todo el peso de la ley imperante en este políticamente correcto mundo de los viajes caerá sobre vosotros.

El buen viajero no hace viajes organizados: Y si los hace, no lo admitirá incluso aunque lo despellejen. Los viajes en grupo quedan reservados para turistas y para gente que no tiene la menor idea de que es eso que llaman viajar. Los buenos viajeros van por libre y siempre enfocados hacia un modo aventurero de vivir la vida. Salvo si los invitan a algún blogtrip o presstrip, por supuesto. En ese caso, delegarán con gusto en la organización para que les muestre lo que ellos desean. Previo paso por caja, of course.

El buen viajero se desplaza a pie o, como mucho, en bici: Siempre preocupado por la conservación del medio ambiente, el buen viajero odia dejar su contaminante huella en la superficie terrestre. ¿Qué a ti se te ocurre viajar en avión de vez en cuando? Estás contribuyendo a la destrucción del planeta y tus descendientes pagarán por ello. Ellos, los autodenominados buenos viajeros, pueden sin embargo permitirse algún desliz de vez en cuando y darse un viajecillo en primera clase. Están facultados para ello, por supuesto, aunque lo critiquen si lo hacen otros.

El buen viajero no cuenta los países que ha visitado: Eso de contar países como si fueran ovejitas en una noche de insomnio es un síntoma de obscenidad, tal y como lo definió uno de esos viajeros que imparten buenismo desde su atalaya. Aunque, en el fondo, todos lleven la cuenta, bajo ningún concepto la harán pública, entre otras razones para no decepcionar a sus seguidores o dar una alegría a sus detractores.

El buen viajero da la vuelta al mundo: No importa que lleves décadas viajando, que hayas visitado miles de lugares o que hayas hecho kilómetros suficientes para recorrer varias veces el trayecto que separa la Tierra de la Luna. Si no has dado al menos una vuelta al mundo, aunque lo hayas hecho en un mes y hayas pasado la mayor parte de ese tiempo en el avión, no eres un buen viajero.

El buen viajero está permanentemente conectado: Desde que el smartphone irrumpió con fuerza aportando inmediatez a nuestras vidas, el buen viajero no se despega de uno de estos dispositivos u otro similar. La necesidad de transmitir sus vivencias en directo en las redes sociales suele resultarle imperiosa. Tanto, que si no lo hace es como si no hubiera estado en un determinado lugar.

El buen viajero no se aloja en hoteles: Lo hace en hostels, preferiblemente en habitaciones con baño compartido, donde puede departir amigablemente con otros buenos viajeros como él. Porque la conexión inmediata y permanente entre ellos es otro aspecto que caracteriza a los buenos viajeros, siempre dispuestos a proclamar a los cuatro vientos su inacabable buenrollismo.

El buen viajero afirma que lo mejor de viajar es la gente que te encuentras en el camino: Independientemente de la abundancia o escasez de experiencias que haya tenido, el buen viajero siempre concluye que lo mejor de un viaje es la gente. No falla. Si lo tuyo es tratar de no interferir en la vida de las personas, que bastante tienen ya con su problemática cotidiana, serás tachado de antisocial. Y de mal viajero, por consiguiente.

El buen viajero vuelve una y otra vez al Tercer Mundo: Especialmente a la India y al África Subsahariana, lugares donde se respira una intensa espiritualidad y sus habitantes son siempre felices. ¡Ay cómo se te ocurra discrepar de ello! Te considerarán un occidental sin valores, más preocupado de mirarse a su propio ombligo que de otra cosa. En casos extremos, incluso llegarán a calificarte de racista.

El buen viajero no compite con otros buenos viajeros: Por consiguiente, se cuidará muy mucho de realizar comparaciones que puedan dar lugar a que sus compañeros se sientan en inferioridad. Con turistas o viajeros que no han alcanzado su estatus, no hay problema. Más bien al contrario, intenta ridiculizarlos o trata de demostrar lo malos viajeros que son a la menor oportunidad.

El buen viajero no vive para el viaje, sino del viaje: O intenta hacerlo, aunque pocos lo consiguen y la mayoría se queda en el intento. Para lograr vivir del viaje hay diversas variantes, entre las que las más practicadas son escribir libros, dar conferencias, organizar eventos y, sobre todo, convertirse en periodista de viajes. De la noche a la mañana, por el simple hecho de mantener un blog. Si tu intención es tan solo la de viajar por la simple satisfacción de hacerlo, sin pretender obtener nada a cambio, lamento decirte que nunca llegarás a alcanzar la categoría de buen viajero.

Cero de diez. Parece que en esto de viajar, como en tantas otras cosas, también tengo mala reputación.

6 COMENTARIOS

  1. ¡Hola Florencio!
    Sabes que me gustan tus entradas, pero en esta… Es que yo nunca me he planteado estas cosas. Yo hago lo que me gusta y voy donde quiero ir siempre en función de mi economía, mi tiempo… Y lo que piensen los demás, me la trae un poco al fresco… Así que yo no sé si soy buena viajera o no, simplemente, viajo, vivo, voy y vengo… no sé…

    • El artículo está escrito en tono irónico, aunque debo admitir que esta vez quizás me he pasado un poco. En realidad, para mí no hay ni buenos ni malos viajeros, simplemente gente a la que le gusta viajar y lo hace dentro de sus posibilidades. Con esta entrada quería resaltar la existencia de ciertas corrientes de opinión que clasifican a la gente según su manera de viajar, algo que no suscribo. Digamos que iba un poco en plan denuncia, pero puede que no se haya entendido demasiado bien debido al exceso de sarcasmo empleado.

      Muchas gracias por tu comentario.

  2. Hola!
    Hace tiempo que te sigo aunque nunca me había «atrevido» a participar porque normalmente veo un nivelazo de blogueros y como lo mío es un puro hobby sin mayor pretensión me parecía estar de más. Pero esta vez no he podido evitarlo al leer sobre el buen viajero y la gente que va conociendo por el camino porque empezaba a preocuparme y me preguntaba si sería la única viajera rancia que existe. No soy una buena seguidora de blogs porque siendo sinceros los leo únicamente cuando estoy preparando un viaje para buscar información básicamente, pero incluso así a mí también me ha llegado el mensaje de que al final, lo que queda de verdad, son esas excelentes amistades para toda la vida dispersas a lo largo y ancho de este mundo. Ciertamente, no voy a negarle a nadie cinco minutos de conversación si se tercia, pero de ahí a afirmar que es lo mejor de mis viajes y mi gran aspiración va un abismo y además me parecería estar rozando lo ridículo, por lo que a veces me queda la sensación de ser un bicho raro al no estar constantemente socializando.
    Para acabar, decirte también que me gusta mucho cómo analizas el mundo bloguero dándole ese tono tan irónico y sarcástico, como ya he dicho no suelo leer blogs por placer y a la mayoría ni siquiera los conozco, pero gracias a ti he descubierto muchas cosas de este mundillo que no sabía.
    Un saludo

    • Muchas gracias por tu detallado comentario.

      Me alegra ver que, en cierta manera, alguien comparte alguna de mis opiniones y que entiende la ironía que destilan buena parte de mis reflexiones. Habitualmente el tono sarcástico suele ser muy resbaladizo y mis buenas costaladas me he llevado, pero creo que ya va siendo demasiado tarde para cambiar.

      Nunca he estado de acuerdo con eso de que lo mejor de viajar es la gente que te encuentras por ahí y no es que yo no haya tenido buenas experiencias sociales durante mis viajes. Simplemente, prefiero mantener cierta distancia, en especial con respecto a culturas muy diferentes de la mía propia y con las que no sé manejarme adecuadamente. Supongo que es una forma de protegerme a mí mismo y a la vez de no interferir en la vida cotidiana de mis posibles interlocutores.

      Te reitero mi agradecimiento por tu comentario. Un saludo.

      PD: He leído lo que has escrito sobre ti misma en tu blog y, aparte de coincidir en muchas cosas, me ha gustado esa forma de describiros como viajeros omnívoros. Creo que yo también lo soy, en cierto modo.

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