Hasta siete puentes cruzan el río Segura para comunicar el cuerpo principal de la ciudad de Murcia con los barrios sureños del Carmen y del Infante Don Juan Manuel. El más antiguo de todos ellos es el conocido como Puente Viejo, o Puente de los Peligros, debiendo esta última denominación a la hornacina con la imagen de la Virgen de los Peligros situada en su extremo sur. Realizado en piedra, fue construido en la primera mitad del siglo XVIII para reemplazar a un puente anterior situado en el mismo lugar, que había sido derribado durante una de las entonces frecuentes crecidas del río. Consta de dos arcos, sostenidos por potentes bastiones con el fin de garantizar su resistencia ante los embates del agua.

Hubo que esperar más de siglo y medio para que fuera levantado otro puente que salvara las aguas del Segura en la zona. Construido a caballo entre los siglos XIX y XX, fue bautizado como Puente de Hierro debido al material empleado, que estaba muy en boga en la época. También se le llamó Puente Nuevo para diferenciarlo del anterior, aunque esa denominación ha quedado un tanto anticuada con el paso del tiempo. Su diseño, basado en un soporte metálico sustentado por vigas parabólicas, resultó innovador para la época, pero fue poco a poco quedando obsoleto. Para protegerlo del intenso tráfico rodado que lo cruzaba, fue remodelado y convertido en peatonal hace ahora veinte años.

Un nuevo lapso de tiempo transcurrió hasta que fue añadido otro elemento a la colección de puentes de Murcia. La nueva incorporación correspondió al denominado Puente de la FICA, así llamado debido a su cercanía al espacio donde entonces se celebraba la Feria Internacional de la Conserva y la Alimentación. Ocurría esto en 1969 y el resultado fue un puente hecho de hormigón armado y sin pilares intermedios, por donde sigue circulando el tráfico de vehículos. Tan solo un año después se inauguraba el popularmente conocido como Puente del Martillo, realizado también en hormigón armado y sostenido por tres pilares centrales. Y tres años más tarde le tocó el turno al Puente del Hospital, conocido de esta manera por estar situado justo enfrente del Hospital Reina Sofía. Desde finales del siglo XX también se le llama Puente de Calatrava, pues debe su aspecto actual a un rediseño del famoso arquitecto valenciano, quien le aportó una imagen donde predominan el vidrio y el acero en esa época.

Tamaña fiebre constructiva cedió un poco, hasta ser retomada de nuevo a finales del siglo XX. Concretamente, en 1997, cuando fue inaugurada una pasarela peatonal sobre el azud del Malecón. El responsable de los trabajos fue el arquitecto navarro Javier Manterola y por ello es popularmente conocida como Pasarela Manterola, aunque su denominación oficial sea Pasarela del Malecón. Está realizada en acero y forma un arco de unos sesenta metros de longitud por unos seis de ancho. La sustentan treinta tirantes del mismo material, que se despliegan desde un mástil de quince metros de altura. Éste se halla hincado en un islote artificial, que fue construido a tal efecto en el río.

No habían transcurrido dos años aún y los murcianos ya disponían de un nuevo medio para vadear el Segura. Oficialmente denominada Pasarela Jorge Manrique, es también conocida como Puente de Vistabella debido al barrio desde donde parte y unió las dos orillas del río en 1999. Su responsable fue el controvertido Santiago Calatrava y, como suele ocurrir con la mayoría de sus obras, su diseño no deja indiferente a nadie. Realizada en acero y soportada por tirantes que parten desde un arco tubular posicionado en su centro, recuerda a la proa de un navío vista desde la distancia. El piso original es de cristal, aunque desde hace años está recubierto por una moqueta de vinilo debido a los resbalones sufridos por algunos ciudadanos. No importa. Como bien indicó su autor durante la inauguración, este icónico puente moderniza la imagen de Murcia.