Cuestión de genética
A mediados del siglo pasado, cuando el actual estado de Islas Salomón estaba bajo dominio británico, grupos de colonos micronesios fueron enviados allí. La razón esgrimida fue la falta de terreno cultivable en su lugar de procedencia, las islas Gilbert, que actualmente forman parte de la nación conocida como Kiribati. Aunque inicialmente fueron realojados en islas no demasiado pobladas, con el paso de los años estos inmigrantes fueron poco a poco acercándose a Guadalcanal en busca de un futuro mejor. Hoy día, los descendientes de aquellos gilberteses suman varios miles y están principalmente localizados en la ciudad de Honiara y sus alrededores.
La población predominante en Islas Salomón es de origen melanesio y aunque existen diversas etnias, todas ellas comparten un color de piel que a veces llega a ser casi tan oscuro como el de ciertas tribus africanas. Hace unos años existieron graves enfrentamientos en la isla más poblada del país, Guadalcanal, entre su población nativa e inmigrantes procedentes de la isla de Malaita, también melanesios como ellos. La causa de este conflicto, que produjo decenas de muertos, fue un incremento de la inmigración que redundó en una mayor dificultad de acceso a la escasa tierra cultivable. La disputa terminó solo cuando muchos malaitanos volvieron a su isla de origen, lo que demuestra que los flujos migratorios humanos crean problemas no solo en Occidente.
Algo que me sorprendió mucho en Guadalcanal fue ver a niños rubios por todas partes. Al principio pensé que existía la costumbre de teñirles el pelo, pero cuando me di cuenta de que el color de su cabello parecía natural y que representaban un número elevado comencé a pensar que la causa debía ser otra. En realidad, el hecho de que en Melanesia exista un porcentaje considerable de gente con la piel oscura y el cabello rubio se debe a razones genéticas. Muchos niños presentan una ensortijada cabellera de color pajizo, casi platino en ocasiones, como si de infantes del norte de Europa se tratara. En los adultos el color tiende a oscurecer un poco, pero no es difícil ver a gente de pelo dorado y hasta pelirrojo en ocasiones.
Los residentes micronesios en Islas Salomón constituyen un grupo bastante cerrado, que no se mezcla en exceso con los nativos melanesios originales de la zona. Mantienen tanto su lenguaje como sus costumbres y tradiciones ancestrales, que no tienen nada que ver con las locales. Su aspecto físico es también muy diferente, asemejándose más al de los polinesios. Sus bailes constituyen un auténtico espectáculo debido a la gracia de las intérpretes, que con sus delicados movimientos parecen flotar. Suelen ir ataviadas con la falda tradicional micronesia hecha con tiras de hojas secas y se adornan con decorados florales. Y sus casi imperceptibles movimientos de brazos, donde parece que solo se desplaza la punta de los dedos, recuerdan levemente a los de las bailarinas de legong, danza tradicional de la isla indonesia de Bali.
Algunos establecimientos de Honiara ofrecen espectáculos de bailes micronesios ciertos días a la semana. Es el caso del King Solomon, donde las bailarinas son parte de la plantilla del hotel. Las horas previas a la actuación las dedican a crear con calma los adornos florales que más tarde lucirán en el escenario. Y a pesar de no ser profesionales, siempre tienen el éxito garantizado y la velada que actúan es difícil conseguir una mesa en el habitualmente casi vacío restaurante del local. Esperemos que no suceda como con los inmigrantes malaitanos y esta minoría, gente de franca y permanente sonrisa, siga alegrando con su música y sus danzas la noche melanesia, lejos de problemas que pudieran hacerlos retornar precipitadamente a su relativamente lejano país.