Cristianiza, que algo queda
A pesar de ser consciente de que uno de los mayores atractivos de viajar es el poder descubrir sitios insospechados de manera casi inacabable, tras tantos años haciéndolo había llegado casi a pensar que quedaban pocos lugares realmente capaces de sorprenderme. Mucho menos tan cerca de mi propia casa, de ese pueblo fronterizo donde transcurrió mi infancia. Esa que según Rilke es la auténtica patria de cada persona. Pero en una demostración más de que la inquietud por conocer nuevos lugares es la marca más genuina del viajero, casi de casualidad oí hablar de un dolmen reconvertido en capilla cristiana, hecho que me resultó insólito y que despertó de inmediato mi interés por visitarlo. Así que hasta él nos dirigimos, aprovechando que no suponía desviarnos demasiado de nuestra ruta prevista en un viaje por tierras portuguesas.
Pavia es una agradable localidad alentejana, situada a poco más de treinta kilómetros de la ciudad de Évora. Allí, en una plaza situada prácticamente en el centro del pueblo, la anta-capela de Sâo Dinis sorprende al visitante por su aspecto completamente anacrónico. Se trata de un espectacular megalito, un dolmen de dimensiones considerables, al que se ha incorporado una puerta de acceso e incluso un coqueto campanario con el fin de darle aspecto de capilla. En su interior se localiza un altar, cubierto en su parte frontal de azulejos blancos y azules a la manera lusa, donde se venera al santo a quien está dedicado el culto. Choca un tanto su ubicación en el interior de la villa y no parece que haya sido trasladado a tal lugar desde un emplazamiento original, por lo que da la impresión de ser el germen a partir del cual la población se fue desarrollando.
No es éste el único caso de monumento megalítico cristianizado que existe en Europa, aunque probablemente sea el que muestra un mayor grado de imbricación entre ambas culturas, que parecen perfectamente integradas sin que ninguna de ellas destaque sobre la otra. A no demasiada distancia de Pavia, en las afueras de la aldea de Sâo Brissos, la anta-capela dedicada a la advocación de Nossa Senhora do Livramento presenta un aspecto completamente distinto. En este caso el dolmen original, aunque se conserva en bastante buen estado, sirve tan solo como acceso a una capilla de mayores dimensiones. Se mantienen la mayoría de sus ortostatos, cubierta incluida, pero han sido adecuadamente encalados, quien sabe si para disimular su procedencia o tal vez mostrar la supremacía del credo cristiano sobre las tradiciones paganas.
Parece ser que estos ejemplos de dólmenes reconvertidos en capilla fueron cristianizados en la misma época, aproximadamente en el siglo XVII, aunque ahí se terminan las similitudes entre ambos. También su situación respecto a la población a la que sirven para el culto es muy diferente, pues la anta-capela de Nossa Senhora do Livramento está más alejada de los fieles, representando mejor el papel de una ermita. Probablemente los motivos que llevaron a la conversión de ambos megalitos nunca sean del todo conocidos, aunque conviene apuntar que se trata de ejemplares únicos entre los numerosos restos prehistóricos existentes en la zona. También extraña bastante el que transcurrieran tantos siglos hasta que se decidiera imponerles un nuevo culto, hecho que unido a la relativa proximidad entre ellos lleva a pensar que quizás uno fuera tomado como ejemplo del otro.
Como es bien sabido, los dólmenes eran lugares sagrados para sus constructores, ya que servían como enterramiento para los difuntos que alcanzaban un cierto estatus en la tribu. Existen opiniones encontradas, pero a mi parecer resulta preferible la cristianización de estas antas al hecho de que fueran destruidas o sus losas dedicadas a otras múltiples funciones, tal y como ha ocurrido en muchas ocasiones en el Alentejo y su hermana región española de Extremadura. Supongo que al igual que sucede con sus fieles, quienes valoramos la importancia histórica y artística de estos monumentos agradecemos haber tenido la oportunidad de visitarlos. Y me atrevería a decir que a aquellos seres anónimos que allí fueron enterrados les halagaría saber que su morada definitiva ha pasado a la posteridad de esta manera.
Muy interesante y curioso!
Ambos son lugares muy poco conocidos, de hecho estábamos solos cuando visitamos los dos, pero que merecen mucho la pena en mi opinión.
Muchas gracias por tu aportación.