Creando escuela
Salvo en casos muy determinados, no suelo usar el vocablo don/doña antepuesto al nombre de pila para referirme a alguien en concreto. Sin embargo, no me duelen prendas en emplearlo cuando la persona aludida me causa una profunda admiración, como es el caso del primer rector que tuvo la Universidad de Murcia. Don José Loustau y Gómez de la Membrillera nació en la población extremeña de Valencia de Alcántara a finales de la década de los ochenta del siglo XIX. Desde muy niño sintió una enorme curiosidad por la ciencia, hecho que lo llevó a estudiar Ciencias Naturales en la Universidad Complutense de Madrid, donde se doctoró con apenas veinticinco años cumplidos.
Transcurría la segunda década del siglo XX cuando la recién refundada Universidad de Murcia buscaba profesores para impartir sus enseñanzas. El joven Loustau consiguió la plaza de catedrático de Mineralogía y Botánica en 1916, convirtiéndose dos años más tarde en el primer rector del centro. Mantuvo este cargo durante más de dos décadas, con un breve paréntesis de un año al dimitir tras promulgarse el decreto de supresión de la entidad. Durante este tiempo, más los veinte años que conservó la cátedra con posterioridad, se dedicó a transmitir sus vastos conocimientos en el campo de la biología, así como a profundizar en su tarea investigadora. Entre sus logros se encuentra el de recibir la visita de Madame Curie, primera persona en obtener dos premios Nobel en especialidades distintas, con quien departió amigablemente en las instalaciones de la Universidad murciana.
Durante su etapa como rector desarrolló también una importante tarea en temas logísticos, ejerciendo un papel fundamental en el asentamiento y posterior crecimiento de las instalaciones universitarias. Impulsó la creación de un Colegio Mayor localizado a un centenar de metros de la sede de la Universidad, entonces situada en lo que hoy es el Colegio del Carmen. Tras quedarse pequeña esa ubicación, debido al crecimiento en el número de estudiantes, fue decisivo en la compra y posterior acondicionamiento del antiguo convento de la Merced, convirtiéndolo en el primer campus universitario local. Ocurría esto en 1935 y, en la actualidad, el Campus de la Merced sigue acogiendo la Facultad de Derecho y la Facultad de Letras de la Universidad de Murcia.
La rehabilitación que hubo de hacerse en el antiguo convento de la Merced para adaptarlo a su nueva función de campus universitario fue importante. Se conservó el magnífico claustro, construido en la primera mitad del siglo XVII, alrededor del cual se habilitaron las aulas de la Facultad de Derecho. Se le dieron algunos retoques a la fachada principal, que había sido construida la década anterior, cuando el edificio estaba dedicado a albergar un colegio marista. Afortunadamente, se respetó la iglesia conventual, cuya portada del siglo XVIII es uno de los más importantes ejemplos del barroco murciano. Y se planeó la construcción de un edificio anexo para alojar la Facultad de Letras, cuya inauguración se produjo ya en la década de los sesenta del siglo XX.
Don José Loustau y Gómez de la Membrillera falleció en la ciudad de Murcia en 1964. Se había jubilado como catedrático cinco años antes, pero siguió conservando el cargo de decano de la Facultad de Ciencias hasta su muerte. La deferencia, casi veneración, que mantienen sus conciudadanos hacia el primer rector de la Universidad de Murcia se pone de manifiesto de múltiples maneras. Llevan su nombre un colegio de primaria, una importante avenida, un edificio donde se proveen servicios universitarios y un museo sito en la Facultad de Biología. Coincidiendo con el centenario de su toma de posesión como catedrático, se inauguró un busto en su honor en el Campus de la Merced. No ocurre lo mismo en su localidad natal, donde apenas es conocido y tan solo tiene dedicada la mitad del nombre del Instituto de Enseñanza Secundaria Loustau-Valverde. Lo comparte con don José María Valverde, otro prestigioso catedrático local que bien merecido tiene el vocablo don también. Ambos crearon escuela sin renunciar a sus orígenes, a pesar del prácticamente nulo reconocimiento obtenido en su tierra.