Copán (por Jorge Sánchez)
Encontrándome con una amiga en la ciudad de Antigua (Guatemala), resolvimos conocer el sitio maya de Copán, y para ello una buena mañana tomamos dos autobuses y un jeep que, vía Ciudad de Guatemala, nos permitieron llegar ese mismo día a Copán, una vez pasada la frontera hondureña. Era ya tarde para visitar las ruinas ese mismo día por lo que aceptamos alojarnos en un hostal que un muchacho nos ofreció en la misma estación de autobuses. Por la mañana ya estábamos en la entrada del complejo, compramos el boleto y pasamos en el interior de las ruinas unas 4 horas. En semanas anteriores ya habíamos visitado Palenque, Chichén Itzá, Uxmal, Tulum, Tikal, etc., pues estábamos interesados en las culturas precolombinas.
Copán no nos decepcionó en absoluto, si bien al final acordamos que las ruinas arqueológicas que más nos habían fascinado habían sido las de Palenque, en México, seguidas de las de Tikal. Copán consistía en un gran complejo en medio de un frondoso bosque. La Acrópolis fue al primer lugar adonde nos dirigimos. También exploramos la Escalinata de los Jeroglíficos y el Juego de Pelota, sin dejarnos un famoso altar, sepulturas y monumentos varios. Vimos estelas con representaciones humanas y zoomorfas, lo cual nos hizo recordar nuestra reciente visita a Quiriguá, en Guatemala, donde también había muchas estelas, aunque más altas que las de Copán.
A mi compañera de viaje le sorprendió una gran estatua de piedra que destacaba sobre las otras, mostrando la cabeza de un viejo desdentado. Lo comparamos con las conocidas como «cabezas colosales» de la civilización olmeca de Villahermosa, en Tabasco (México). Preguntamos por esa cabeza para averiguar si se trataba de un rey o un dios, cuanto más que nos parecía que los rasgos de la cara eran más bien característicos de un asiático. Pero los porteros y vendedores de boletos de Copán no nos supieron dar una explicación satisfactoria. Era el año 1984; seguro que en la actualidad ya hay información convincente sobre esa estatua. El primer extranjero que vio el yacimiento arqueológico de Copán fue el marino y científico santanderino Diego García de Palacio, e informó de ello al entonces rey español Felipe II. Al acabar la visita almorzamos en el pueblo de Copán (tortillas con frijoles), recogimos nuestras bolsas del hostal y tras ello cruzamos la frontera con Guatemala, pero no pudimos regresar ese mismo día a Antigua por lo que hicimos noche en la apacible Chiquimula.