Habitado por monjas franciscanas y dedicado a Santa Verónica, el denominado Convento de Verónicas fue fundado en la primera mitad del siglo XVI. Destruido durante una riada aproximadamente ciento veinte años más tarde, hubo de ser reconstruido a mediados del siglo XVIII, añadiéndosele la iglesia conventual del Salvador. Tras ser desamortizado en 1835, fue incendiado y cayó en un profundo abandono. A finales del siglo XX su estado de ruina inminente lo llevó a ser demolido en su mayor parte, dejando a la vista un tramo de muralla islámica conservado en su interior. Se respetó el templo, que fue desacralizado y desde hace unos años se utiliza como sala de exposiciones. Sobresale en él la portada barroca, de tipo retablo y que muestra un trío de hornacinas con la imagen del Salvador flanqueada por las de San José y San Francisco.