Un frondoso ejemplar de Ficus macrophylla, seguramente hermano de los existentes en el jardín de Floridablanca y la plaza de Santo Domingo, da la bienvenida a los visitantes del cuartel de Jaime I El Conquistador. Localizado en el murciano Barrio del Carmen, este voluminoso complejo dista mucho del aspecto sobrio que suelen presentar los cuarteles, esas edificaciones que sirven como residencia de los soldados en el ámbito militar. Su característico colorido resulta ciertamente peculiar en el ámbito donde se integra, aunque no puede afirmarse que constituya un anacronismo teniendo en cuenta la época en la que fue construido.
Fue a comienzos de la tercera década del siglo XX cuando el Consistorio murciano cedió los terrenos situados en ese punto para la construcción de un cuartel que albergara al Regimiento de Infantería nº 33, que hasta entonces tenía su sede en Cartagena. Como responsable del proyecto se eligió a Tomás Moreno, capitán de infantería que estaba a punto de ser ascendido a comandante y tenía fuertes vínculos con la ciudad de Murcia por parte de madre. Moreno había estado destinado en Melilla durante varios años y allí puso en práctica sus extraordinarios conocimientos arquitectónicos, produciendo varias obras que con el tiempo resultaron clave en la corriente modernista local.
En los más de cincuenta y dos mil metros cuadrados disponibles Moreno construyó seis pabellones, además de algunas estructuras adicionales entre las que destaca un icónico depósito de agua. Todas las edificaciones responden al concepto innovador desarrollado por su autor y presentan una imagen de reminiscencias andalusíes, en la que prima el brillante colorido de las fachadas. Allí se alojaron los cerca de setecientos miembros del mencionado regimiento durante ocho años, hasta ser reemplazados por los componentes del Regimiento de Artillería nº 6 en 1933. Tras la infausta Guerra Civil se sucedieron los cambios entre diferentes regimientos de artillería, con el paréntesis de una brigada paracaidista que ocupó el cuartel en la primera mitad de la década de los sesenta del siglo pasado.
Ya popularmente conocido como Cuartel de Artillería, el complejo fue desocupado hacia 1995 y cedido al gobierno local tres años más tarde. Tras un periodo de abandono, los diferentes pabellones han ido siendo rehabilitados poco a poco y destinados al ámbito de la cultura. Así, el Pabellón 1 acoge la colección de arte contemporáneo de la Galería T20; el Pabellón 2 alberga el Centro de Cultura Cuartel de Artillería; el Pabellón 3, la Biblioteca Municipal Río Segura; el Pabellón 4, el museo y el acuario de la Universidad de Murcia; el Pabellón 5, el CENDEAC y el Centro Párraga, ambos destinados al arte contemporáneo; y el Pabellón 6, el Conservatorio de Murcia. El último en ser restaurado ha sido el magnífico depósito de agua, en el que se solventaron algunos desperfectos y fue repintado en 2022.
No se queda ahí la simbiosis con la cultura que vive el antiguo cuartel. En su amplio patio de armas se celebran habitualmente conciertos que pueden llegar a albergar a varios miles de asistentes. También resulta habitual la instalación de un tobogán y una pista de hielo para disfrute de los locales durante las fiestas navideñas. Por no olvidar su condición de punto de encuentro entre el vecindario adyacente. Aunque, además de sus innegables connotaciones simbólicas, lo que realmente convierte en singular al Cuartel de Artillería es el hecho de ser la excepción que confirma que los términos cuartel y color combinan un indiscutible oxímoron.
