Con apenas medio kilómetro cuadrado de superficie, la Ciudad del Vaticano es una de las tres únicas ciudades-estado que existen en el mundo. Su origen se encuentra en los Estados Pontificios, creados a mediados del siglo VIII por el papa Esteban II. Acabó con ellos Víctor Manuel II, que se hizo con el control de la ciudad romana y la nombró capital de Italia en la segunda mitad del siglo XIX. En 1929 se firmaron los Pactos de Letrán, mediante los cuales el Vaticano pasaba a ser un estado independiente. A la propia ciudad en sí se le añadieron otros bienes considerados extraterritoriales. La plaza de San Pedro constituye el centro neurálgico de la población, con unos ochocientos habitantes censados, y en ella se encuentra la imponente basílica homónima, que cobija la bellísima escultura La Pietà en su interior. A destacar también la extraordinaria colección de obras de arte que albergan los denominados Museos Vaticanos, cuyo máximo exponente se halla en la majestuosa Capilla Sixtina, que incluye tesoros como La creación de Adán.