Ciudad de contrastes
La capital de Brunéi responde al pomposo nombre de Bandar Seri Begawan, que hace referencia al puerto natural donde se halla emplazada y a un título honorífico dado a los sultanes del país, de ahí que su denominación bien pudiera traducirse como puerto de los señores. Se trata de una ciudad pequeña, donde la opulencia y la escasez se dan la mano y conviven en total armonía. La mayoría de sus habitantes son de origen malayo, aunque se cuentan distintas minorías. Entre ellas destacan especialmente los chinos, cuya presencia se hace visible en diversos puntos de la ciudad y la influencia de su gastronomía es evidente en numerosos restaurantes y puestos de comida. No faltan tampoco algunos occidentales, que llegan hasta allí atraídos por la saludable economía del sultanato.
Como en toda ciudad islámica, las mezquitas son abundantes y su rango varía desde las lujosas edificaciones de cúpula dorada que se exhiben en el centro hasta las más modestas que pueden verse en barrios deprimidos. La más espectacular de todas ellas es la mezquita del Sultán Omar Ali Saifuddin. Debe su nombre al sultán que ordenó construirla a mediados del siglo XX y todo en ella resulta impresionante. En su estructura se mezclan el mármol y el granito, que dan un aire de eclecticismo al conjunto. Consta de diferentes minaretes, llegando a superar uno de ellos los cincuenta metros de altura. Tanto éstos como la cúpula central están cubiertos por un material de aspecto dorado que no solo se asemeja sino que de hecho es oro puro. Tan lujosa construcción está unida mediante un puente a otra en forma de barco que se usa para distintas ceremonias.
Aguas arriba del río Brunéi se localiza el llamado palacio Istana Nurul Imam, residencia del actual sultán. Su grandiosidad no es menor que la de la principal mezquita de la ciudad, como lo prueba el hecho de ser considerado el mayor palacio del mundo. El acceso está prohibido para los visitantes que no sean de alto rango pero a lo lejos pude adivinar una cúpula dorada que imagino el material del que está construida. El complejo está inserto en una selva prácticamente virgen, donde viven numerosos grupos de monos proboscis. Estos primates son endémicos de Borneo y se caracterizan por su larga y desproporcionada nariz que, curiosamente, solo poseen los machos por lo que se piensa que la usan para atraer a las hembras. Aunque resulta sencillo verlos en los alrededores de la capital de Brunéi, están en serio peligro de extinción en la actualidad.
No lejos de las fastuosas mezquitas y modernos edificios del centro de Bandar Seri Begawan se encuentra el llamado Kampong Ayer, un conjunto de asentamientos cuyas construcciones son palafitos levantados en la desembocadura del río Brunéi. Este curioso lugar es algo así como una ciudad dentro de la ciudad y consta de varios miles de edificaciones unidas entre sí por pasadizos metálicos o de madera situados por encima del nivel del agua. Sus habitantes disponen de escuelas, tiendas, restaurantes, por supuesto una mezquita y hasta un hospital. Aunque los ciudadanos de Kampong Ayer parecen felices y aseguran que no les falta de nada, en absoluto se ve aquí la grandiosidad y el fasto que se aprecia en otras áreas de la ciudad.
Probablemente el apego que los habitantes de Kampong Ayer sienten hacia su lugar de residencia, donde viven desde mucho antes que se creara el sultanato de Brunéi, hace que se nieguen a abandonarlo e instalarse en tierra firme. O puede que la inmensa riqueza de este estado, cuya renta per capita está entre las treinta mayores del mundo para un territorio similar al de la Comunidad de Madrid, esté muy desigualmente repartida. Pero este lugar, situado en mitad de un río que aquí alcanza una anchura considerable, da una cierta impresión de miseria, a pesar de ser conocido como la Venecia del Este ya en tiempos de Magallanes. ¿Llegan hasta Kampong Ayer los enormes beneficios obtenidos por la extracción de petróleo en un país que, literalmente, flota sobre una inmensa balsa de oro negro? Tengo dudas razonables sobre este aspecto.