Cienfuegos (por Jorge Sánchez)
Cienfuegos no me entusiasmó tanto como las encantadoras ciudades españolas de La Habana o Trinidad, por ello sólo le asigné de visita un día y una noche, lo que consideré suficiente. La ciudad fue fundada por emigrantes franceses a principios del siglo XIX, los cuales, bajo la autorización del Gobierno Español, se dedicaron a producir y comercializar café, tabaco y caña de azúcar principalmente. Es por ello que no me esperaba encontrar en ella casas o palacios que recordaran a Extremadura o Andalucía, como sí se hallan en otras ciudades cubanas del siglo XVI, sino que sus estilos de arquitectura son más modernos y oscilan entre el clasicismo y edificios de formas eclécticas.
Otra de las peculiaridades de Cienfuegos es que posee el único arco de triunfo de Cuba, y fue erigido por los colonos franceses a inicios del siglo XX, cuando Cuba ya se había separado de España. No es en absoluto espectacular y no se parece en nada al famoso arco de triunfo parisino. Es simplón y sobre él estaba escrita la frase: «Los obreros de Cienfuegos a la República cubana». Por las calles principales se hallan letreros donde se indica al turista los sitios más destacables. Por uno de esos anuncios me enteré de que el Patrimonio Mundial de UNESCO comprende 70 edificios, los cuales recorrería uno a uno en el transcurso de mi estancia en la ciudad.
Por sus calles circulaban carros tirados por caballos, que era el modo de transporte preferente de los locales, además de algunos autobuses de fabricación china y de viejas motos con sidecar importadas de la extinta Unión Soviética. También visité el puerto y el paseo marítimo, donde fotografié un enorme letrero donde aparecía el dibujo del gran cantante y compositor cubano Benny Moré con el título de uno de sus mambos: «Cienfuegos es la ciudad que más me gusta a mí».
Los habitantes de Cienfuegos se sienten muy orgullosos de que en su provincia haya nacido Benny Moré. En el centro del Paseo El Prado se halla una estatua metálica recordándole. También había oído sus boleros interpretados por una banda local en la cafetería Palatino, en el Parque José Martí, mientras me tomaba un trago de ron Havana Club. El día siguiente abandoné Cienfuegos y me marché a viajar a otra parte.