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India

Chandigarh (por Jorge Sánchez)

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Llegué en tren a la ciudad de Chandigarh una mañana bien temprano y resolví explorarla hasta el anochecer.

Cuando en el año 1947 se produjo la partición de la India, el Punyab se dividió en tres estados: Punjab, Haryana e Himachal Pradesh. Entonces el presidente de la India, Jawaharlal Nehru, contrató al arquitecto suizo-francés Charles Édouard Jeanneret-Gris, más conocido como Le Corbusier (nacido en el cantón de Neuchâtel), para crear una ciudad planificada que sirviera de capital a dos estados a la vez: Punyab y Haryana, pero sin pertenecer a ninguno de ellos, por ello hoy Chandigarh constituye un Territorio de la Unión administrado por el gobierno central de la India.

En la estación de tren me informaron de que el centro se hallaba a unos 6 kilómetros, así que me puse a caminar hasta que al cabo de una hora alcancé la Asamblea de la Ciudad, que forma parte de tres edificios del Capitolio, junto al Edificio del Secretariado y al Palacio de Justicia.

Chandigarh me recordó a otras ciudades planificadas que había visitado en otros viajes, como Canberra y Brasilia, donde se ha de caminar mucho para conocerlas. En la actualidad, ese Capitolio se halla catalogado como Patrimonio Mundial por la organización UNESCO.

Le Corbusier realizó obras en diversos países del mundo, en especial europeos, aunque también en Argentina, Estados Unidos de América, Japón, Venezuela, y en la entonces Unión Soviética. En La Coruña, España, diseñó el Barrio de las Flores.

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En los jardines del complejo del Capitolio encontré un monumento curioso, llamado La Mano Abierta, diseñado por Le Corbusier. Medía 26 metros de altura, pesaba unas 50 toneladas y rotaba con el viento. Simbolizaba la paz y la reconciliación, la unidad de la humanidad, por ello esa mano estaba abierta, tanto para dar como para recibir.

A pesar de que por las calles veía a mujeres vestidas con saris, a hombres con dhotis, y sus gentes entraban en templos hindúes, no me sentía en la India ya que Chandigarh era una ciudad con bloques simétricos a distancias milimétricas, demasiado programada con sus calles rectilíneas; no era nada natural, no era nada India. Además, apenas noté la presencia de sadhus, lo cual era un síntoma negativo.

Por la noche abordé aliviado un tren con destino a un nuevo territorio indio.

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