La tradición cervecera en Bélgica se remonta a muy atrás, posiblemente al siglo XII. Ya por entonces, en diversas abadías se producía esta bebida con la aquiescencia de la Iglesia Católica. A comienzos del siglo XIV fue fundado el gremio de cerveceros de Brujas, a los que siguieron el de Lieja y el de Bruselas unas décadas más tarde. Hubo que esperar al siglo XIX para que los monasterios trapenses fabricaran cerveza, hecho que continúa realizándose hoy día. En la actualidad, en Bélgica se producen unos mil quinientos tipos de cerveza diferentes, para los que se usan distintos métodos de fermentación. Entre éstos, la fermentación artesana ha experimentado un gran auge en las últimas décadas. Tres cuartas partes de la producción son cervezas de tipo pilsner, que suelen tener una graduación aproximada de 5º. Sin embargo, las cervezas belgas más renombradas son las especiales, que suelen presentar una fermentación alta y cuya graduación puede superar fácilmente los 8º. En cuanto al consumo, los belgas actualmente beben algo más de ochenta litros por persona y año, bastante alejados de los más de doscientos que consumían a comienzos del siglo XX.
