A pesar de ser más conocida por su fabuloso monasterio, la localidad rumana de Horezu se caracteriza también por la fabricación de cerámica artesanal, actividad que comparte con el resto de la zona norte del distrito rumano de Vâlcea. Habitualmente los hombres se encargan de modelar la arcilla mediante el uso de instrumentos tradicionales, mientras que las mujeres la decoran con motivos de corte costumbrista. Los colores utilizados suelen ser marrón, azul, rojo, verde y el popular marfil de Horezu y las tonalidades son generalmente vivas. Los conocimientos se transmiten de padres a hijos o de maestros a discípulos, como se ha venido haciendo desde tiempos inmemoriales. Esta variedad de artesanía tradicional goza todavía de buena salud, cumpliendo además una función de amalgama en las comunidades donde se pone en práctica.