Población colonial portuguesa por antonomasia, Macao estuvo en manos lusas durante los más de cuatrocientos años que van desde mediados del siglo XVI a finales del siglo XX. Este importante lapso de tiempo se hizo notar fuertemente en su cultura, especialmente en las manifestaciones arquitectónicas que se desarrollaron en el centro histórico del territorio más densamente poblado del mundo. Cabe destacar entre ellas las ruinas de la iglesia de San Pablo, fachada de la antigua Iglesia Madre de Dios, que fue destruida por un incendio a finales del siglo XVI. Hay que mencionar también la catedral de la Natividad, edificación contemporánea de la anterior que fue reconstruida ya en el siglo XX tras verse afectada por el paso de un tifón. El legado portugués se pone de manifiesto especialmente en plazas como el Largo do Senado, cuyo pavimento desprende un genuino aroma lusitano. Completan el conjunto algunas iglesias católicas más, que se entremezclan con templos donde se practica la religión china tradicional y algunos de los más de treinta casinos que convierten a Macao en la meca del juego en Asia.
