Centro histórico (Estambul, Turquía)
La antigua Bizancio fue fundada en el siglo VII a.C. por los megarenses en el lado europeo del estrecho del Bósforo. Más adelante perteneció a persas, espartanos, atenienses y macedonios, hasta la llegada de los romanos a comienzos del siglo I a.C. En la primera mitad del siglo IV el emperador Constantino refundó la ciudad y la convirtió en capital del Imperio Romano, pasando a llamarse Constantinopla en su honor. Fue Justiniano I quien ordenó construir Santa Sofía, joya del arte bizantino. A mediados del siglo XV la población cayó en manos otomanas y en ellas se mantuvo durante casi cinco siglos, hasta las primeras décadas del siglo XX. Los turcos la rebautizaron como Estambul, que deriva del griego polis y significa en la ciudad. Su centro histórico se localiza sobre la península que forman el Bósforo y el estuario conocido como Cuerno de Oro, justo donde estaban situadas las antiguas Bizancio y Constantinopla. En torno a la plaza de Sultanahmet se encuentran sus construcciones más emblemáticas, sobresaliendo la mencionada Santa Sofía y la denominada Mezquita Azul. Destacan también la mezquita de Süleymaniye, los palacios de Topkapi y Dolmabahçe, la Cisterna y el Gran Bazar. Algo al este de este último, en el distrito de Fatih, se encuentra el complejo de Nuruosmaniye, que consta de mezquita, madrasa, imaret y mausoleo, siendo candidato a Patrimonio Mundial desde 2016. Al otro lado del Cuerno de Oro, ya en el distrito de Beyoğlu, la magnífica Torre de Gálata, construida por los bizantinos a mediados del siglo XIV, eleva sus casi setenta metros de altura. También es candidata a Patrimonio Mundial, en su caso desde 2020. Más al norte se halla el distrito de Beşiktaş, donde, además del mencionado Palacio de Dolmabahçe, se sitúa el recinto del palacio de Yıldız, igualmente candidato a Patrimonio Mundial desde 2015.