Ese candidato a patrimonio mundial está compuesto por las siguientes seis edificios religiosos:
1 – Basílica de San Nicolás de Bari
2 – Catedral de Bari
3 – Catedral de Bitonto
4 – Catedral de Otranto
5 – Catedral de San Corrado, en Molfetta
6 – Catedral de Troya
Yo sólo conozco los dos primeros edificios, ambos en Bari. Pero bueno, eso es mejor que no conocer ninguno, por lo tanto me apunto el sitio.
Llegué a Bari en barco, desde Patras, en Grecia, y como mi tren hacia el norte de Italia salía por la noche (a veces, cuando voy corto de dinero, aprovecho los trenes nocturnos para ahorrarme una noche de hotel), tuve tiempo de conocer bien todos los vericuetos de la ciudad de Bari, ya que es una ciudad pequeña, más pequeña incluso que mi pueblo, Hospitalet de Llobregat, en España. Cuando llego a una ciudad nueva siempre empiezo por sus sitios religiosos, así que siendo Italia un país cristiano no tardé en dar con la catedral y la basílica, dedicadas a san Nicolás.
Aunque estuve por primera vez en Bari hace casi 20 años, recuerdo muy vívidamente, como si fuera hoy, que la entrada en la basílica de san Nicolás estaba llena de turistas rusos, ya que en Rusia san Nicolás es muy venerado. Una estatua del santo se hallaba en la Piazza San Nicola, y lo curioso es que el pedestal estaba escrito en italiano y en ruso. La basílica, cuya construcción se asemeja a un castillo, me dejó una mejor impresión que la catedral. Su construcción se inició a finales del siglo XI y se acabó a finales del XII. El motivo fue albergar los restos del santo, que se murió a mediados del siglo IV.
El interior de la basílica era hermoso. Noté que había muchos rusos comprando cirios, sobre todo las mujeres, todas con la cabeza cubierta con un pañuelo. Al verlas, yo hice lo mismo y compré un cirio al monaguillo para, una vez encendido, colocarlo frente a una estatua del santo. Cuando empezó a oscurecer me dirigí a la estación de trenes y viajé hasta San Giovanni Rotondo, para visitar la iglesia donde está enterrado el Padre Pío.
