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Diseñada en la primera mitad del siglo XIII de acuerdo con los parámetros clásicos del gótico francés, la catedral de Burgos sufrió sendas remodelaciones en los siglos XV y XVI. De esa época son las numerosas agujas que abundan en el templo, que le proporcionan un aspecto más acorde al gótico flamígero. Su último rediseño tuvo lugar en el siglo XVIII, cuando se retocó la portada principal y se añadieron algunas capillas en el interior. A pesar de todo, su imagen recuerda a las grandes catedrales góticas francesas, especialmente a la parisina catedral Notre-Dame. Alberga una vasta colección de obras de arte, entre las que destaca la extraordinaria Escalera Dorada, obra renacentista de Diego de Siloé. Entre los numerosos sepulcros que contiene, sobresale el de Rodrigo Díaz de Vivar y su esposa Doña Jimena. Hay que mencionar también al famoso Papamoscas, autómata del siglo XVIII que se activa abriendo la boca con las campanadas horarias. La burgalesa es la única catedral española declarada por sí misma Patrimonio Mundial y el único templo de Castilla y León que es a la vez catedral y basílica.