Café para todos
De entre los siete estados que componen América Central en la actualidad, El Salvador es probablemente el más atípico, quizás tan solo comparable a Belice, que viene a ser algo así como su antítesis. Se trata del único país de la zona que no tiene ningún tipo de salida al Caribe, estando por tanto confinado a la costa del Pacífico. Su territorio es, con mucho, el más densamente habitado de todos, estando la inmensa mayoría de su población compuesta por ladinos. La causa de ello es que los nativos indígenas fueron prácticamente exterminados, mientras que los esclavos de origen africano nunca llegaron hasta aquí. Y, al contrario que el resto, casi toda su superficie está desprovista de bosques, a pesar de estar encuadrada en un área de clima tropical.
No se entendería la fisonomía de El Salvador, ni siquiera su existencia como estado, si no fuera por las plantaciones de café que aquí proliferaron, especialmente durante el siglo XIX. La destrucción de la selva tropical, llevada a cabo con el fin de dejar la tierra lista para ser roturada y poder así producir esa bebida tan apreciada por algunos, fue tan sistemática a lo largo de la mitad pacífica de América Central que las diferencias en el paisaje respecto a la mitad caribeña son muy evidentes. El cultivo del café trajo mucha prosperidad a esta tierra, por lo que fueron numerosos los colonos que se establecieron en ella. De ahí que El Salvador sea hoy día un país de naturaleza mucho menos exuberante que sus vecinos y considerablemente más poblado que ellos.
El bienestar económico vivido por los salvadoreños en aquellos tiempos, cuando el café era la base de su economía, los impulsó a crear un estado propio. Pusieron así fin en 1898 a la efímera República de América Central, que formaban junto a Honduras y Nicaragua. Aún vivió el país unos años de vacas gordas, pero pronto los beneficios comenzaron a decaer y los campesinos, que componían la inmensa mayoría de la población, a movilizarse. Hasta que, liderados por Farabundo Martí, se levantaron en armas contra el Gobierno en 1932, en un episodio que de su resultado final da pistas el nombre de La Matanza con el que es conocido. Desde entonces El Salvador ha vivido graves momentos de inestabilidad, con Guerra Civil incluida, que por suerte parecen haber sido superados en las últimas décadas.
Los vestigios del pasado no son demasiados en El Salvador, pues tanto las revueltas como los frecuentes terremotos se han encargado de ir acabando con ellos. Destaca la localidad de Suchitoto, que milagrosamente ha sobrevivido tanto a unos como a otras. En este lugar se establecieron los españoles, comandados por Diego de Alvarado, cuando llegaron a territorio salvadoreño. Y no se sabe muy bien por qué, aunque quizás fuera debido a la falta de agua, fueron abandonando la localidad, a la que habían bautizado como Villa San Salvador, hacia el lugar donde se encuentra actualmente la capital del país. Probablemente fue este alejamiento una de las principales razones por las que Suchitoto ha conservado su arquitectura colonial en tan buen estado.
Sin embargo, el nuevo destino donde se asentaron no corrió tanta suerte. Fundada en un lugar al que los locales irónicamente conocen como valle de las Hamacas debido a su intensa actividad sísmica, pocos edificios antiguos pueden verse en San Salvador. Entre devastadores terremotos, erupciones de volcanes cercanos e incluso poderosos huracanes, las catástrofes sufridas se cuentan por decenas, y no ha quedado en pie prácticamente nada anterior a finales del siglo XIX. Aparte de su vistosa aunque moderna catedral, quizás la construcción más emblemática de la capital sea el Palacio Nacional, sede del Parlamento salvadoreño que, pese a haber sido destruido por un incendio, fue reconstruido y aún muestra su fachada clásica al visitante. Todo un símbolo del resurgir de un país que lucha por salir adelante.
Muy interesante Floren. El Salvador es el menos visitado de los estados centroamericanos y, lamentablemente, su nombre en la prensa solo salía por la guerra civil y los asesinatos de religiosos. Y por Mágico Gonzalez, claro, que el furgol todo lo puede. Y ahora por los migrantes y las maras.
Curiosamente a los salvadorenhos se les respeta mucho en su región. Hasta en 3 paises les he oído nombrar como los «alemanes de américa central» por su predisposición al trabajo y buena organización.
Yo espero acabar yendo. Me faltan este, Honduras y Nicaragua para acabar el puzzle de una región que me encanta.
Saludos
Sí, El Salvador no tiene demasiada buena prensa y es una lástima. No es Guatemala, desde luego pero tiene sus puntos de interés. Y a quien le guste escalar volcanes, allí tiene todos los que quiera. 🙂 De la gente ninguna queja, y a pesar de la fama de peligrosa que tiene San Salvador no vi inseguridad por ningún lado.
Muchas gracias por tu aportación.