Brujas (por Jorge Sánchez)
No soy un incondicional de los sitios UNESCO; muchos de ellos, estando en la ciudad donde se ubican, los he ignorado si no me han parecido lo suficientemente atractivos. No fue el caso cuando visité Brujas, pero debo confesar que el «plato fuerte» de ese viaje fue la vecina Gante (que no es Patrimonio de la Humanidad) y donde empleé mucho más tiempo que en Brujas. Y es que en un palacio de Gante dio a luz nuestra reina Juana I de Castilla (Juana la Loca) y nació nuestro Emperador Carlos V.
En aquellos tiempos yo iba siguiendo los pasos de nuestros Tercios de Flandes y su Camino Español, desde el Milanesado hasta Flandes. Pero como disponía de una media tarde de tiempo me aventuré a visitar Brujas (que de hecho ya conocía de un viaje de mi adolescencia), más bien para «matar el tiempo» que otra cosa. Claro, me encantó la ciudad y, desde un punto de vista turístico, se considera más bella que Gante.
Cumplí con mis deberes como turista y en Brujas no dejé de admirar sus canales y sus puentes, la bellísima plaza de Grotte Markt, la catedral con su campanario (aunque no subí sus 366 peldaños) e iglesias principales, etc., y hasta admiré varias pinturas de Jan van Eyck.
Pero no era lo que yo buscaba, por lo que de madrugada, tan pronto como me despertaron los que regaban las calles, me reincorporé de mi banco de madera de la Grotte Markt donde dormía, y salí a pie de la ciudad para hacer autostop de regreso a Gante para seguir rindiendo homenaje al emperador más poderoso de su tiempo, cuyo lugar de fallecimiento había visitado años antes en Yuste.