Ubicada en el lugar donde confluyen los ríos Sava y Danubio, la fortaleza de Kalemegdan fue el germen que con el tiempo dio origen a la ciudad de Belgrado. Se tienen evidencias de un asentamiento en este lugar desde el siglo III a.C., cuando fue fundada por la tribu de los escordiscos una población conocida como Singidunum. Desde una fortificación de origen romano que protegía el limes del Danubio diversas otras se han ido sucediendo, hasta que una reconstrucción en el siglo XVIII dio a Kalemegdan el aspecto que vemos ahora. La vista desde sus muros es una de las más atractivas de Belgrado y tanto en el interior de la fortaleza como en el espacio existente entre ella y el río Sava es posible disfrutar de las zonas verdes más populares de la ciudad. Cuenta ésta con algo más de un millón doscientos mil habitantes en la actualidad y desde finales del siglo IX es conocida como ciudad blanca. Además de diferentes restos romanos, sobresale la catedral de San Sava junto a otras iglesias ortodoxas como la de San Marcos. Destacan también construcciones como el Museo Nacional y el Parlamento, diversas edificaciones que se suceden a lo largo de la calle peatonal Knez Mihailova y el encantador barrio de Zemun, anteriormente una población diferenciada que fue absorbida debido al crecimiento de la capital serbia. Entre las tradiciones locales cabe mencionar la producción y el consumo de šljivovica, bebida espirituosa muy popular entre los residentes.