Durante mi visita de varios días al desierto de Gobi, el más extenso de Asia y el quinto más grande del mundo, visité también un curioso lugar donde en los años 20 del siglo XX un arqueólogo estadounidense llamado Roy Chapman Andrews (que inspiró el personaje de Indiana Jones) descubrió por casualidad (él iba buscando restos fósiles humanos) un yacimiento extraordinario de fósiles y huevos de dinosaurios, el mayor del mundo. Hoy ese lugar se denomina Bayan Zag, y en inglés Flaming Cliffs (Acantilados Llameantes).

Me instalé la noche anterior en un campamento de gers, o yurtas, a unos pocos metros del sitio. Allí todo recordaba a los dinosaurios, la entrada al camping, la cafetería donde desayuné, las tiendas de suvenires vendiendo dinosaurios de plástico en miniatura, en imanes para las neveras, etc. Por la mañana caminé unos 10 minutos a los acantilados y empleé varias horas en explorar el lugar a pie. De vez en cuando veía restos de fósiles pero no osé tocarlos pues todo el lugar está aún sin explorar en su totalidad.

Además de Bayan Zag existen por los alrededores unos 60 yacimientos más de fósiles de dinosaurios y otros animales que vivieron en la prehistoria. Hace unos 100 millones de años, por el hoy desierto de Gobi corrían ríos, había lagos con agua potable; todo ese inmenso territorio era un paraíso para las plantas y los animales antediluvianos.