Localidad termal por excelencia en el Reino Unido, Bath adquirió el título de ciudad ya en el siglo XVI. Las termas que le dan nombre parecen ser de origen celta, aunque fueron los romanos quienes establecieron un asentamiento en torno a ellas, con el fin de aprovechar sus propiedades terapéuticas. Tras varios siglos de olvido, adquirieron relevancia de nuevo en el siglo XVIII y fue entonces cuando se construyeron buena parte de las edificaciones, característicamente georgianas, que la población ofrece en la actualidad. Artistas icónicos como Gainsborough y Lawrence residieron entonces en Bath y la representaron fielmente en sus obras. También vivió en ella la escritora Jane Austen, aunque no pareció tenerle demasiado aprecio. La mayor parte de los edificios de interés de la ciudad, entre los que se encuentran Pulteney Bridge, Royal Crescent o St Michael’s Church fueron construidos en esa época. Sin embargo, Bath Abbey, quizás la imagen más característica de la población, fue fundada en el siglo VII, aunque diversas reestructuraciones se llevaron a cabo en los siglos X, XVI y XIX.