Ensambladas en madera y con unos diez metros de eslora máxima, las embarcaciones nórdicas tradicionales siguen el modelo de casco trincado, también denominado casco a tingladillo. Consiste éste en una inusual disposición de las tablas usadas para forrar el suelo del barco, de manera que una es montada encima de la siguiente en lugar de estar unidas por sus cantos. Tan peculiar técnica ha venido utilizándose al menos desde comienzos del siglo VIII, cuando comenzaron a surgir las embarcaciones vikingas conocidas como drakkar. Este conocimiento ancestral no se ha perdido del todo y en todos los países nórdicos se siguen construyendo navíos con esta tipología heredada de sus antepasados. Algunos ejemplares rescatados de su enterramiento, pues era costumbre sepultarlos junto a sus propietarios, pueden verse en el Museo de Barcos Vikingos de Oslo. Entre ellos destaca el denominado Oseberg, descubierto en Noruega hace un centenar de años y que está datado en el siglo IX.