A pesar de que su fecha de edificación exacta es desconocida, suele admitirse que el arco de triunfo de Tiro fue erigido para dar la bienvenida al emperador Adriano, quien efectuó una visita a la población aproximadamente en el año 130 de nuestra era. Alcanza los veintiún metros de altura y disponía de sendas puertas adyacentes en cada lado. El material empleado para su construcción fue roca arenisca y es probable que estuviera recubierto por una capa de yeso blanco en su totalidad. En sus laterales se elevan dos columnas rematadas por capiteles corintios. Está situado junto a una de las puertas de acceso a la población y bajo él circulaba una calzada en dirección este-oeste. A ésta se le superpuso otra en época bizantina y los restos de ambas pueden apreciarse aún junto al arco. A ambos lados de la calzada se localiza la necrópolis, que como era habitual se hallaba en el exterior del recinto amurallado.