Inicialmente una colonia romana establecida con propósitos defensivos, Aquileia fue convertida en municipium hacia el año 90 a.C., aproximadamente un siglo después de su fundación. Adquirió cierta relevancia, como lo prueba el hecho de ser visitada por Augusto o que allí naciera un hijo de Tiberio. En la segunda mitad del siglo II, Marco Aurelio la convirtió en una de las principales fortificaciones del Imperio y llegó a superar los cien mil habitantes. Constantino fue asiduo a este lugar y en el siglo IV era considerada la novena ciudad más importante del mundo. Su esplendor terminó cuando fue completamente destruida por los hunos de Atila a mediados del siglo V. Aunque posteriormente resurgió, ya nunca volvió a alcanzar la relevancia que llegó a tener con anterioridad. En la actualidad, apenas quedan restos visibles de la antigua ciudad, en parte porque no ha sido excavada aún y también por el pillaje al que fue sometida a lo largo del tiempo. Su principal punto de interés es la basílica patriarcal, templo del siglo XI pavimentado por excepcionales mosaicos del siglo IV.