Aunque poblada desde muy antiguo, el origen de la actual villa malacitana de Antequera es presumiblemente musulmán. A comienzos del siglo XV pasó a dominio castellano de la mano del regente Fernando de Trastámara, a partir de entonces más conocido como Fernando el de Antequera. Adquirió bastante relevancia ya en el siglo XVIII, cuando se fundaron diversas iglesias y conventos en la localidad. En la actualidad cuenta con unos cuarenta mil habitantes, dedicados fundamentalmente a la agricultura y el comercio. Su patrimonio monumental es variado y en cuanto a la arquitectura civil destacan la alcazaba árabe, la muralla y varias puertas como el arco de los Gigantes o la puerta de Estepa. No se queda atrás la arquitectura religiosa, donde sobresalen templos como la Real Colegiata de San Sebastián o la iglesia del Carmen. Pueden verse también numerosos conventos, así como diversas capillas y ermitas. Aunque si por algo descolla la población antequerana es debido a su patrimonio arqueológico, que se pone de manifiesto en la vecina Peña de los Enamorados y, especialmente, en su conjunto dolménico, compuesto por el dolmen de Menga, el dolmen de Viera y el tholos de El Romeral. Hay que mencionar también la gastronomía antequerana, siempre basada en la valorada dieta mediterránea.