Alpes del Mediterráneo (por Jorge Sánchez)
Este lugar candidato a devenir en el futuro un Patrimonio Mundial por la UNESCO lo he atravesado en numerosas ocasiones, tanto en tren viniendo desde Génova, como en autobús viajando desde Niza, quedándome a dormir en Montecarlo solamente una vez.
La mejor manera de admirar los Alpes en Mónaco es en auto, pues hay tres carreteras, o cornisas, y todas ellas te ofrecen una visión a cual más pintoresca de las montañas y del mar. En su reseña de la lista indicativa, la UNESCO resalta el valor geológico de estos montes de los Alpes en Mónaco dividiéndolos en 8 zonas diversas. Pero no siendo un experto en esta ciencia, yo me limité a alzar la vista y contemplar la belleza de las montañas, sin cuestionarme a cuál de las 8 zonas pertenecían.
Uno de los mejores sitios para admirar los Alpes es en el mirador de la Plaza del Palacio del Príncipe de Mónaco, donde se halla la estatua metálica del granuja Francisco Grimaldi, que en los últimos años del siglo XIII, disfrazado como un monje franciscano, conquistó una noche la Roca de Mónaco a los incautos soldados genoveses de guardia, que se apiadaron de él y le abrieron la puerta del castillo. Una vez adentro, el falso monje los mató con la espada y acto seguido entraron sus compinches, que mataron mientras dormían a todos los demás genoveses que custodiaban el castillo.
Sin embargo, he de confesar que lo que más me gustó en ese pequeño país no fue la visión de las montañas de los Alpes del Mediterráneo, sino el haber visitado de día el Museo Oceanográfico dedicado a Jacques-Yves Cousteau, y haber entrado por la noche en el famoso casino de Montecarlo.