Alcobaça (por Jorge Sánchez)
Llegué a Alcobaça en autobús. Caminé un poco y crucé un río hasta que llegué al magnífico Monasterio de Alcobaça. Había servicio de misa cuando entré. Así que me uní a los feligreses para rezar, tras lo cual compré un cirio. El monasterio es cisterciense, construido durante la segunda mitad del siglo XII (acabado a principios del siglo XIII) en estilo gótico con pinceladas morunas. Está considerado el primer monasterio gótico de Portugal. Su fachada es atractiva. Frente a la explanada había cafeterías y tiendas vendiendo suvenires.
En el interior del monasterio vi letreros que explicaban la historia junto a un mapa de la Península Ibérica. Para entrar al claustro y a la sacristía había que pagar 6 euros, precio que me pareció caro y no lo visité. Me lo perdí. Sin embargo, sí que me detuve largo rato junto al altar y me quedé admirado cuando contemplé dos tumbas hechas de mármol, ricamente decoradas. Una pertenecía al rey portugués Pedro I, y enfrente estaba la de Inés de Castro, una linda damisela de Galicia (España), que era la amante de Pedro desde los tiempos cuando era aún príncipe.
Inés fue asesinada en la ciudad de Coimbra (por orden del rey Alfonso IV, que era el padre de Pedro). Cuando Pedro sucedió como rey a su padre, confesó que se había casado con Inés en una boda secreta, por lo que Inés fue nombrada reina póstuma de Portugal. A las dos tumbas se les llamaba Los Amantes Eternos y estaban juntas en el altar para que, tras la resurrección, se reúnan.
A las 7 de la tarde fui, literalmente, expulsado del monasterio. Iban a celebrar un acontecimiento religioso privado, con coros y músicos, por lo que a los extraños se les «invitaba» a abandonar expeditivamente el lugar. No tuve más remedio que salir a la calle. Una vez en la explanada compré un librito sobre la trágica historia de amor del rey Pedro I y su esposa Inés de Castro, de tan conmovido como me sentí tras la visita del monasterio.