¿A imagen y semejanza?
En las afueras de la población donde tuvo lugar mi infancia se levanta una vieja ermita, casi derruida, que desde muy niño estimuló mi casi insaciable curiosidad. Ya por entonces, cuando vislumbraba su silueta en el horizonte, solía preguntarme el porqué del abandono de una edificación sin duda magnífica en su época. Su imagen estoica, decorosa a pesar de su estado ruinoso, firme ante la adversidad me hacían pensar que seguramente había conocido un tiempo de esplendor en algún periodo de su larga historia. Pero si había algo que realmente me causaba quebraderos de cabeza, lo era el afán de averiguar cuál podía ser el origen de su extraño nombre.
A más de mil quinientos kilómetros de allí, la localidad francesa de Valbonne debe su denominación actual al establecimiento de un monasterio en ese lugar. Sucedió ello a finales del siglo XII, cuando el abate Guillaume, procedente de una abadía cercana, fue autorizado a construir una iglesia en el sitio conocido como Vallisbona. Aunque suene extraño, el motivo fundamental para su fundación fue que todos los cenobios activos en la zona en esa época estaban situados en las montañas y los monjes necesitaban un espacio más cercano al nivel del mar para que sus ovejas pudieran alimentarse en invierno, aprovechando los prados existentes en las inmediaciones del Mediterráneo.
Centenares de años más tarde, ya a mediados del siglo XVI, la ermita de Valbón comienza a tomar forma en las inmediaciones de la población extremeña de Valencia de Alcántara. Constaba de una única nave, dividida en tres tramos y realizada con sillares de excelente factura. Estaba rematada con bóveda de crucería, excepto la sacristía, edificación anexa a la que se accedía desde el interior del templo, que lo hacía con bóveda de cañón. Sus muros exteriores estaban fortalecidos mediante contrafuertes y a sus pies se abría la portada, realizada con un arco de medio punto. Su advocación fue dedicada a Santa María de Valbón, para lo cual se instaló en el templo una talla, hoy desaparecida, que fue nombrada patrona de la comarca ya a comienzos del siglo XVII.
También a Santa María se rendía tributo en Valbonne. Tras diversas vicisitudes, propias de la época medieval, el cenobio se convirtió en un importante centro de peregrinación en esta zona de la Provenza, para llegar a servir en el siglo XVI como centro parroquial, hasta que fue secularizado a finales del siglo XVIII. Más adelante, las actividades religiosas se retomaron de nuevo y el templo sufrió un importante rediseño, especialmente cuando le fue añadido el campanario actual en el siglo XIX. De la misma manera, se cambió la advocación pasando a rendirse tributo a San Blas, tal y como sigue ocurriendo en la actualidad.
Como apuntaba al principio, el origen del término Valbón no está nada claro. Una inmensa mayoría de expertos apuntan al vecino Portugal, situado apenas a una decena de kilómetros de la localización de la ermita. Cierto es que en la lengua lusa existe la expresión val bom, similar a la francesa val bonne, pudiendo traducirse ambas como buen valle. Por otra parte, el uso de la mencionada expresión para referirse a una advocación en el país lusitano no es tan solo residual, sino posiblemente desconocido por esos lares. ¿Podría afirmarse con toda seguridad que el fundamento del santuario es portugués? ¿Tiene algo que ver con este culto su homónimo galo? Hoy en día, y quizás para siempre, la respuesta a estas preguntas es desconocida. Tanto, como el lugar donde se encuentra la valiosa talla de la Virgen homónima, que, para desdicha de los descendientes de aquellos que la veneraron, parece haberse esfumado definitivamente en el viento.
En un pueblo cercano a Zaragoza llamado Leciñena existe una importante ermita llamada «de la Virgen de Magallón». Lo curioso en este caso es que Magallón es otro pueblo aragonés, dotado de su propia ermita, pero situado a mucha distancia de Leciñena (algo más de 100 kms). La historia del de Leciñena está muy bien documentada y no tiene misterio oculto: se construyó a instancias de un caballero que había sobrevivido a una aventura peligrosa acogiéndose a la protección mariana en la ermita de Magallón, de ahí que quisiera mostrar agradecimiento reflejando el nombre de aquella Virgen en su pueblo de origen.
Lo que cuentas de la ermita de Valbón como posible reflejo del nombre de un santuario francés no me resulta extraño. Al menos en tierras del antiguo Reino de Aragón se dieron casos análogos durante la Edad Media, debido a que el intercambio de nobles y clérigos entre Aragón y Francia fue muy importante. Me parece recordar que Alcalá de la Selva tiene su origen en una posible «franquicia» de un monasterio francés, y en tierras de Cataluña se conserva otro gran monasterio que lleva el nombre de Vallbona.
Información muy interesante. Te agradezco mucho que la hayas dejado aquí.
En las cercanías de mi lugar de origen, pero ya en Portugal, existe un pueblo denominado Nisa, término al parecer relacionado con la ciudad gala de Niza que le fue otorgado por franceses que se establecieron en ese lugar. No resulta del todo descabellado pues pensar que el origen del nombre de la ermita fuera similar.
Muchas gracias por tu aportación y un saludo.